Viernes a la madrugada en la localidad bonaerense de Quilmes. Cinco delincuentes entraron en tres oportunidades a la casa de Jorge Adolfo Ríos, un jubilado de 71 años. Primero robaron cables del garage. Regresaron para llevarse más objetos. La tercera vez terminó con una tragedia.
Los ladrones sorprendieron a su víctima mientras dormía. Lo amenazaron con un destornillador y comenzaron a golpearlo contra el piso, dejándole heridas en su rostro, brazos, espalda y pecho. Según la reconstrucción policial del hecho, Ríos tomó su arma 9 milímetros y comenzó a disparar contra los malechores. Todos huyeron. Pero uno de ellos, identificado como Franco Moreyra, de 26 años, murió tras recibir una bala en el tórax en medio del forcejeo.
El jubilado quedó detenido e imputado por homicidio agravado por el empleo de arma de fuego. Fue trasladado a la comisaría 9º de Quilmes. Sin embargo, sufrió una descompensación y quedó internado en el Hospital Oller. Finalmente, el juez de Garantías 2 , Martín Nolfi, le otorgó la prisión domiciliaria. Deberá cumplirla en la casa de uno de los hijos.
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La indignación de la familia del jubilado
Jorge Ríos trabajó toda su vida como herrero. Su mujer falleció en 2013 después de una larga lucha contra un cáncer. Sus hijos Federico, Cecilia y Gabriela aún no salen de la conmoción por lo que tuvo que vivir su papá.
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El hombre tiene problemas de salud, entre ellos, hipertensión. Su familia no pudo contener la bronca y apuntó contra la Justicia: "No puede quedar la carátula de homicidio. Se defendió en su casa y defendió a su vecina. No puede ser que tengamos que vivir esto. Es el mundo del revés. Los chorros afuera y la gente de bien adentro".