“La vida ha sido muy buen conmigo”. Así comienza el relato de Karen ante la pregunta de por qué decidieron adoptar a Viktoriia. “Quizás tenga que ver con un devolver”, completa Pablo Feighelstein. Ambos son los flamantes papás de Vica, una niña de 7 años que nació en Ucrania y recorrió un largo y agotador camino hasta Río Tercero, en Córdoba, su nuevo hogar.
La decisión fue tomada en familia. Pablo y Karen tienen sus propios hijos. Sabían que debían ir lejos pero nunca imaginaron que sería por tanto tiempo y a un costo, económico y emocional, tan alto. La primera vez que vieron a Viktoriia fue a través de una foto, en una carpeta escrita en otro idioma, que les presentaron en Kiev. Pero no estaba allí, vivía en un orfanato a 600 kilómetros de la capital ucraniana. No lo dudaron, había que volver a viajar. A esta altura, 600 kilómetros más, no eran nada comparado con los 13 mil que recorrieron para llegar a buscarla. Fue la decisión adecuada. Cuando conocieron a Vica, no quisieron volver a separarse.
Pero los trámites no fueron como esperaban. Durantes las primeras semanas sin traductor y nadie que hablara inglés, fue casi imposible avanzar. Pero apareció una traductora que hizo mucho más que su trabajo y los acompañó en el proceso. Noventa días tuvo que estar la familia en Ucrania para poder adoptar a Vica. Karen tuvo que volver antes, sus hijos y el trabajo en Río Tercero no podían esperar más.
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Pero Pablo se quedó y resume claramente lo que vivió: “Fueron situaciones extorsivas, difíciles, nunca estuvimos seguros de que nos veníamos con Vica hasta que el avión despegó de Ucrania”. En el camino, mucha gente que ayudó, además de la traductora, la Embajada Argentina, el personal de la aerolínea que los trajo a nuestro país y una sentencia judicial que asegura que Vica es hija de Karen y Pablo.
Allí, los papás de Vica, deciden poner un punto final a una historia y una etapa que ya forma parte del pasado. En el momento que la pequeña llegó de madrugada a Córdoba, comenzó a escribir su propia historia.
“Al principio nos costó mucho que la gente entendiera que Vica es una nena y necesita cosas como cualquier chico de su edad”, explica Karen. Las “cosas” a las que se refiere son tan simples como una escuela. Es que su hija trae una pesada herencia: nunca fue escolarizada y necesita desarrollar lazos con niños de su edad, comenzar a construir su lugar de pertenencia.
La primera experiencia los hizo chocar contra una pared. Una institución privada les dijo que debían analizar el caso y para eso necesitaban tiempo. Pablo y Karen pero sobre todo Vica, no podían esperar. Por eso, decidieron probar suerte en la escuela pública más antigua y tradicional de Río Tercero: la Escuela Modesto Acuña. La respuesta que recibieron allí les llenó el alma: “La historia de Vica en la escuela debería haber comenzado ayer, no hoy”. La frase la dijo la supervisora de zona, Zulma Diez, pero representa lo que piensan todos en la escuela, docentes, maestras integradoras, directivos, papas y toda la comunidad educativa.
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Quizás el mensaje detrás de lo que cuenta Pablo, sea el concepto de dar amor. Junto a Karen eligieron adoptar a Vica pudiendo no hacerlo. Decidieron encontrarla simplemente porque existía la posibilidad de ofrecerle un futuro mejor. Esa decisión marca un antes y un después en la vida de una nena de siete años.
Quizás el mensaje o el deseo sea que en un tiempo, cuando Vica haya logrado reescribir su historia, comience su propio relato con la misma frase que su mamá: “La vida ha sido muy buena conmigo”. Que así sea.