Patricia López (40) y Juan Miguel Guillen Chiappero (42) son ingenieros agrónomos. Crecieron y se criaron en el campo, y a partir de allí, con un fuerte apoyo familiar, se pudieron formar hasta asistir a la universidad y convertirse en profesionales. Hoy están al frente del establecimiento Los Juanes en Pampayasta Norte, en la provincia de Córdoba, y junto a sus dos hijos, Juan Martin de 10 años y Juan Pedro de 8, viven la vida de campo con pasión, pero sabiendo que la base fundamental para el desarrollo personal se hace a través del trabajo transmitiéndole esas bases a sus hijos con el ejemplo, de la misma manera que sus padres y abuelos lo hicieron con ellos. Ese es el legado que recibieron y que pretenden continuar.
“Ellos manejan el rodeo de chivas y ovejas; le dan de comer, desparasitan, registran, y reciben un ingreso por eso que después lo vuelven a invertir en el rodeo, ellos hacen lo mismo que nosotros en una mini escala”, dice orgullosa mamá Patricia. "Esto es un legado, que se forja todos los días, esto es lo que nos arraiga”, afirma Juan Martín, y agrega: “Darles una actividad no es explorarlos, es que tengan una responsabilidad. Eso le sirve para más adelante, después le es más fácil hacer la tarea en el colegio y cuando llegan a las grandes ciudades saben que tienen que levantarse, presentarse a un examen e ir a rendir porque es su tarea”.
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Patricia, además, es profesora de nivel medio y transmite la cultura del trabajo a sus alumnos de la misma manera que lo hace con sus hijos: “Yo siempre les digo a mis alumnos. Para progresar, no queda otra. Se calzan las botas, y salen a trabajar. Se embarrarán, se mojarán, pero son cosas del oficio, pero hay que levantar bien la frente, son cosas que llenan el alma. Por ahí, me llegó arrastrando después de estar dos horas en el barro con los chanchos, pero tengo esa satisfacción de haber hecho y de haber cumplido una expectativa de trabajo y de haberla hecho de la mejor manera posible. Y así, al otro día arranco de nuevo con las pilas 100% recargadas. Hay que continuar, tengo que continuar”.
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Muchas veces, ella misma alquila camionetas para llevar a sus alumnos a conocer, in situ, lo que estudian en clases porque sabe que es la mejor manera de puedan aprender. “Es la mejor manera de que le queden los conocimientos. Hay que hacer, eso lo que hay que transmitir”, manifiesta.
La vida en familia es lo mejor que le puede ocurrir a cualquier sociedad. Allí se forjan los países y la gente de bien si los pilares a transmitir son la pasión, el trabajo, la responsabilidad y la constancia. “Se evitarían muchos males en la juventud si la familia puede regresar al campo. Hay que cambiar el paradigma que el campo es solo un agronegocio. Es un estilo de vida, y hay que saber vivirlo como tal”, concluye Juan Martín con total convicción.
Está claro que el legado del campo se construye todos los días y con familias así, el futuro de nuestro país está asegurado.