La pieza donde viven Ludmila y sus papás está a 30 metros del cráter de la explosión de Alta Córdoba. En enero les entregaron la pieza arreglada. Hoy, seis meses después, los pulmones de Ludmila dijeron basta.

Los médicos ordenaron que la nena no viva más ahí porque la humedad la está afectando seriamente. Entonces, Ludmila pasa casi toda la semana en la casa de su abuela en Barrio Ituzaingo, separada de los padres. Nadie responde por los arreglos mal hechos que le hicieron daño. Y, lo peor, nadie los soluciona.

Cada vez que vuelve a Alta Córdoba, Ludmila se pone a jugar con el triciclo que le rompió la explosión. Ya se lo soldaron, lo atornillaron, lo atan con alambre, lo pintan; y lo mismo se vuelve a destartalar de nuevo. Ludmila, con dos añitos y medio, está aprendiendo que a lo roto nadie le puede dar una solución definitiva. Y eso también, como sus pulmones, costará mucho sanarlos para siempre.
