El sufrimiento que atravesó un bebé desde su nacimiento tuvo el peor final. A los 18 meses de vida, una denuncia por parte de los vecinos reveló que su madre y padrastro, Yésica Aquino y Roberto Fernández, lo asesinaron en una vivienda de Berazategui, Buenos Aires.
En un primer momento, los acusados declararon que el pequeño se había ahogado con un vaso de leche. Sin embargo, esa versión fue rápidamente desmentida.
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La víctima, León Aquino, murió a causa de una septicemia traumática y la autopsia reveló terribles daños: su cuerpo tenía marcas de pinchazos con agujas y mordeduras en la zona del cuello. Los médicos comprobaron que León sufrió desde siempre todo tipo de maltratos e incluso le extrajeron una aguja oxidada en el cadáver, detalló Télam.
Pese a que todavía se encuentran investigando, una hipótesis sostiene que esa aguja pudo haber provocado la infección que lo llevó a la muerte. La fiscal Gabriela Mateos, le aplicó a la madre de la víctima el delito de “homicidio agravado por el vínculo, premeditación, ensañamiento y alevosía”.
Además, a ésta se le suma el “homicidio por comisión por omisión” y para el padrastro la acusación de “homicidio calificado pero sin el agravante del vínculo”. Ambos negados a declarar, se encuentran detenidos y a la espera de una conversión de la aprehensión en detención formal que pidió Mateos.
Qué pasó con los cuatro hermanos que quedaron
El bebé no estaba solo y tampoco era la única víctima dentro de la familia. Hay cuatro hermanos, de entre 3 y 12 años, que fueron parte del infierno y que ahora se encuentran al cuidado de una tía materna.
“Somos cuatro hermanos que estamos atrás de los chicos, todas somos hijas del mismo papá, no vivíamos en la misma casa, pero siempre estábamos atentos a los nenes. Lo que sí, ella nos cortó el contacto hace tiempo y no nos podíamos acercar a ellos”, expresó Amelia, otra de las tías de León.
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Y continuó: “Lo que no queremos es que los chicos vuelvan a manos de nadie que les pueda hacer daño, eso es lo que tenemos bien en claro todas las hermanas. Yo a mis hermanos los protejo a todos, pero lo que ella hizo jamás en la vida se lo vamos a perdonar”.
Para cerrar, contó que los sobrinos tenían “terror y no terminaban de hablar” y que cuando los veían detrás las rejas podían notar su moretones. “Cada vez que los llevaban a cuerpo médico ellos mentían por miedo de su mamá. Ella les decía que nosotras no los queríamos, que no íbamos a responder por ellos, pero están muy equivocados”, afirmó.