Daniel Porro era enfermero de un centro de salud en la ciudad de Neuquén. En julio del 2020 dio positivo en coronavirus. Desde que sus vecinos se enteraron, su vida se transformó en un verdadero infierno.
Comenzaron a amenazarlo para que dejara el barrio: “No queremos gente como vos acá en el barrio”. Pese a que ya había superado la enfermedad, lo atacaron a golpes hasta hacerlo perder el conocimiento. Luego le robaron el auto y hasta le incendiaron la casa.
Un año después del horror, murió de un paro cardíaco. El desenlace ocurrió el pasado 4 de julio, cuando se fue a dormir y nunca más despertó. Estaba en la casa de su madre cuando falleció.
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“Él nunca se pudo recuperar de aquel rechazo social”, expresó con profundo dolor Miguel el papá, en diálogo con La Mañana de Neuquén. Para Porro fue el peor año de su vida: su cuerpo no aguantó tanto odio por parte de los vecinos y dijo basta.
“En realidad, desde aquel día, no pudo volver a dormir bien. Trabajaba durante el día y a la noche se acostaba pero no podía conciliar el sueño”, detalló su papá. "Nos queda mantenerlo en el recuerdo, siempre de la mejor manera", lamentó Miguel tras la irreparable pérdida de su hijo.