Era la madrugada del 4 de octubre de 2017. Nadia Fucilieri se colocó guantes de látex, tomó un bisturí y degolló a sus dos hijos, de 4 y 2 años, mientras dormían. Luego intentó suicidarse. Ocurrió en Tucumán.
Antes le escribió una carta a su expareja amenazándolo. Se había separado y tenía problemas judiciales por la cuota alimentaria. “Hijo de puta ahora vas a sentir culpa… Vas a pagar por cada gota de sangre de tus hijos”, decía el mensaje.
A cuatro años del crimen, Fucilieri fue condenada a prisión perpetua por el delito de doble homicidio triplemente agravado por el vínculo, por alevosía y por la finalidad de causar sufrimiento a su expareja.
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Durante la sentencia y antes de escuchar el veredicto, se expresó, pero nunca se mostró arrepentida. "Pensaba que íbamos a tener una familia como nunca tuve porque mi papá me abandonó cuando era chica. Perdí a mi madre. Lo único que quería cuando era niña era estar con mi madre, a pesar de que estaba muerta”, comenzó diciendo.
“Fui mamá y eran la luz de mi vida. Todas las personas que estaban a mi lado lo sabían", continuó y se defendió diciendo que, a pesar de que sus dos embarazos no fueron planeados y tuvo que abandonar sus estudios, “se hizo cargo de los dos”. “Fui la mamá que me hubiese gustado tener”, cerró.
Por su parte, Aldo Martínez, expareja de Nadia y padre de las víctimas, arremetió: “Voy a seguir adelante en honor a mis hijos, me aferro a todo. Me da mucha pena, fue una chica elegida y amada por mí, me da mucha lástima".