Una investigación que comenzó en 2016 llegó a su fin con un resultado descomunal. El 14 de diciembre de ese año, el embajador ruso en Argentina, Viktor Koronelli, alertó al Gobierno Nacional luego de encontrar casi 400 kilos de cocaína repartidos en 360 paquetes en 12 valijas.
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El cargamento estaba listo para ser embarcado en un vuelo diplomático. Sin embargo, el tráfico de estupefacientes se vio frustrado luego de la denuncia. Inmediatamente se desplegó una importante investigación llevada a cabo por el Ministerio de Seguridad junto con el país soviético.
Luego de varias escuchas telefónicas, tareas de inteligencia, rastreo satelital, un plan para cambiar la droga por harina, lograron arrestar a cinco involucrados (dos en Argentina y tres en Rusia). Aún hay una persona prófuga que es intensamente buscada en Alemania. Se trata del señor “K”, el líder de la banda, quien tenía mayor interés de llevar a Rusia esa cantidad de cocaína de máxima pureza.
Cómo cayó la banda. Le tendieron una trampa, cambiaron la cocaína por harina con el mismo peso exacto. Se pudo confirmar que entre los cómplices estaba Ali Abyanov, contador de la embajada hasta julio de 2016, Alexander Chikalo, un ruso nacionalizado argentino, e Ivan Blizniouk, subinspector de la Policía de la Ciudad.
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La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, calificó como "una de las operaciones más complejas y extravagantes". Aseguró que se pudo mantener en secreto el operativo sin que se filtre nada. “La droga nunca viajó a Rusia, viajó la harina”, aclaró la funcionaria.