“Al pasar los días se van juntando pruebas y acá hay más personas”, insistió Mariela Flores, la mamá de Joaquín Sperani en Arriba Córdoba. A casi tres semanas del día en el que el adolescente fue asesinado por su mejor amigo en Laboulaye, la mujer volvió a remarcar su hipótesis, que indica que el chico tuvo cómplices.
Según dijo, le pidió al Juez que le explicara por qué el asesino no tenía manchas de sangre. “No soy tonta, hay más gente. Van a tener que investigar super super bien de que es él solo, tengo dudas”, expresó.
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A su vez, destacó que no cerrarán la instrucción del caso mientras sigan aportando pruebas para esclarecer el crimen de Joaquín. Al respecto, Flores explicó: “Como querellantes presentamos otras pruebas que tenemos. Yo hasta que no esté convencida no voy a dejar que cierre”. “Quiero ver y leer cada cosa que hayan hecho aunque tenga que ver a mi hijo en el peor estado, desconfío de todos”, dijo con firmeza.
Flores también reveló que aún no está claro el móvil del asesinato y admitió haber “bloqueado” sus sentimientos el día que encontraron a su hijo muerto en una casa abandonada a 100 metros de la escuela.
Ese domingo la mujer estuvo internada unas horas tras enterarse de la peor noticia. Luego, al regresar a su casa, sus hijos empezaron a llorar, según contó. “Ahí se me bloquearon los sentimientos y entendí que tenía que hacer justicia, sino se iban a criar pensando que cualquiera viene y hace lo que quiere”, sostuvo.
Menor detenido
Sobre la situación del mejor amigo de Joaquín, que permanece alojado en el Complejo Esperanza, Mariela Flores no dudó: “Yo les marqué que no puede estar libre. No es alguien para tener en la sociedad suelto”.
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“¿No le dio placer hacerlo y cuando salga va a querer hacer algo más?”, se preguntó y siguió: “Hay una mente perversa”. Sobre el vínculo con los padres del chico, comentó que no tienen contacto. “Mi cabeza tiene que masticar que mi hijo no va a estar más en mi vida y que su amigo se quedó con su vida como un trofeo”, lamentó.
Sin embargo, también consideró que los padres del menor “fueron tan víctimas como nosotros”. “Estuvieron desde el momento 0 buscando a Joaquín. Desde el sábado que se supo que L. tenía el teléfono estuvimos abrazados llorando los 4. De ahí no tuvimos más contacto”, concluyó.