A conciencia, los obispos de las seis diócesis de Córdoba elaboraron un documento donde se manifestaron en contra de la legalización del aborto. También expresaron una propuesta a los senadores provinciales y advirtieron que la aprobación de la norma que aprobó Diputados es propia de una “dictadura encubierta”.
+ MIRÁ MÁS: Luis Juez, en contra del aborto legal, habló de su hija extramatrimonial
“Creemos que una democracia que no respete toda vida humana se convierte visible o encubiertamente en dictadura de los que ostentan más poder porque cuando no se respeta la vida del más débil la libertad se convierte en ocasión de dominio y arbitrariedad”, fue el párrafo más duro del mensaje firmado por Carlos Ñáñez, Adolfo Uriona, Sergio Buenaventura, Samuel Jofre, Ricardo Araya, Gustavo Zurbriggen, Ricardo Seirutti y Pedro Torres.
Los prelados de todo el territorio provincial invitaron a los miembros de la Cámara Alta de Córdoba para que escuchen el sentir muchos de los ciudadanos de la provincia y les solicitaron que tengan en cuenta “la dignidad de la vida, tanto del ser humano en gestación como de la madre gestante”.
+ MIRÁ MÁS: Aborto: senadores cordobeses presentaron un proyecto alternativo
Además de expresarse en contra del derecho y no punibilidad de la interrupción voluntaria del embarazo, los religiosos también sostuvieron que el proyecto de la norma proveniente de Diputados carece de la libertad a la objeción de conciencia institucional y que no resuelve temas de fondo como la situación de mujeres abandonadas y la legitimación de “la injustificable muerte de un inocente”.
El mensaje redactado por la Iglesia de Córdoba:
“En 1983, a poco de haber retomado el camino de la democracia, los obispos argentinos publicaban el documento “Dios, el hombre y la conciencia”. Estábamos saliendo de un período oscuro: pocas veces en la historia joven de nuestro país se había avasallado la dignidad de la vida como entonces. Los obispos nos invitaban a reconstruir nuestra Nación a partir de sus bases morales y culturales más profundas. Proponían para ello un examen de conciencia (que en la actualidad sigue siendo necesario) para que cada uno pudiera identificar su responsabilidad y un compromiso nuevo con la dignidad de todo hombre.
Hoy vivimos en democracia. Podemos así expresarnos con libertad, e incluso peticionar a nuestros gobernantes para que tengan en cuenta los legítimos puntos de vista de los ciudadanos. Los que profesamos la fe católica, como la mayoría de los argentinos, queremos la justicia, la paz, el bien común, una vida plena y digna para todos.
Los obispos de las seis diócesis presentes en el territorio cordobés, sentimos el deber de expresarnos acerca de la propuesta de los senadores de nuestra provincia sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Dicha ley cuenta con la media sanción de Diputados, y los senadores tienen la grave responsabilidad de dar su voto sobre ella. A nadie se le oculta la importancia, complejidad y gravedad de la materia sobre la que están legislando: la dignidad de la vida, tanto del ser humano en gestación como de la madre gestante.
Por las mismas razones, nosotros, como pastores y ciudadanos, sentimos también el deber de hacerles llegar a los cordobeses nuestra valoración de algunos aspectos de esta propuesta. Con respeto y la mayor claridad posible, les hacemos llegar estas observaciones que se detienen en los aspectos éticos de la propuesta.
Reconocemos, ante todo, la oportunidad de incluir expresamente la objeción de conciencia institucional. Insólitamente, la ley con media sanción, mientras admite, aun con incomprensibles restricciones, la objeción individual, prohíbe taxativamente la objeción institucional. Parece que no hubiéramos aprendido nada de los dramas vividos en el siglo XX en el mundo y en la patria. Creemos que la propuesta de los senadores cordobeses es un aporte importante en esta delicada materia, pero resulta insuficiente.
El contexto hace que llegue tarde y no resuelva el tema de fondo, en sus dos vertientes: en primer lugar, cómo acompañar el drama de las mujeres que han sufrido violencia o abandono, y que viven un embarazo no querido; en segundo lugar, y es lo más decisivo, cómo legitimar la injustificable muerte de un inocente. Nos parecería desacertado el voto de los senadores aprobando el proyecto. Es más, consideramos que no expresa ni el sentir de muchos cordobeses, ni el rico cimiento jurídico a favor de la vida de nuestra Constitución Provincial.
Les compartimos que nuestra oposición al aborto no surge, en primer término, de un dogma o de razones puramente religiosas. La defensa y cuidado de la vida por parte de todos y del estado es cuestión de humanismo y racionalidad más allá de las creencias religiosas personales de cada uno.
Creemos que una democracia que no respete toda vida humana se convierte visible o encubiertamente en dictadura de los que ostentan más poder porque cuando no se respeta la vida del más débil la libertad se convierte en ocasión de dominio y arbitrariedad.
Cabe también recordar aquí la clara y abundante enseñanza de San Juan Pablo II en su carta Evangelium vitae (Evangelio de la vida) a la que podríamos acudir para seguir profundizando. Allí nos decía al comienzo que ‘Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política’ (Evangelium vitae 2)”. Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso. La decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia. Se buscaría, con esa grave decisión, preservar algunos bienes importantes… Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, ‘jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente’ (Evangelium vitae 58). El Creador ha confiado la vida del hombre a su cuidado responsable, no para que disponga de ella de modo arbitrario, sino para que la custodie con sabiduría y la administre con amorosa fidelidad.
Se nos pide amar y respetar la vida de cada hombre y de cada mujer y trabajar con constancia y valor, para que se instaure finalmente en nuestro tiempo, marcado por tantos signos de muerte, una cultura nueva de la vida, fruto de la cultura de la verdad y del amor.
Agradecemos a todos los que se han animado a expresar respetuosamente en este tiempo, incluidos legisladores provinciales, hombres y mujeres públicos que vale toda vida.
Hasta aquí nuestro aporte. Como creyentes, invocamos a Jesucristo, el Señor de la historia, implorando las luces necesarias para los legisladores de la nación y todos los que tienen que tomar estas decisiones tan importantes para la vida y futuro de los argentinos y cordobeses”.