Es una réplica de la sociedad. Lo que hacemos en las redes sociales, lo hacemos también diariamente pero amplificado. Nuestras frustraciones y enojos adquieren una modalidad catártica que encuentra un nuevo aliado en el mundo digital: el anonimato.
Esconderse detrás de un nombre falso, de una foto ajena, entrega superpoderes a los cobardes. El insulto no se tolera en el mundo real y tampoco en el virtual. Por eso, debe ser sancionado.
Según el Inadi, en la Argentina, durante el año pasado hubo un aumento del 30 por ciento en las denuncias relacionadas con la discriminación digital. A ese total, Córdoba aporta el seis por ciento del total de las denuncias registradas en la provincia. Pero hay más, en lo que va del 2017, ya se alcanzó la misma cifra de todo el 2016, lo que nos lleva a una doble conclusión apresurada: hay más casos o se denuncia más.
“La discriminación nunca es virtual, sus consecuencias siempre son reales.”
El vicepresidente para América Latina, Guillherme Ribenboim, le dijo hace unos días a Clarín: “El de las violencias es un problema de todas las redes sociales, aunque Twitter lo sufrió más por ser tan abierta. La libertad implica eso, es la otra vara de la moneda. Pero vamos a seguir cerrando cuentas de los trolls y de la gente que se dedica a odiar. Ellos son como un virus para Twitter”.
Todos podemos colaborar en ese control. La denuncia ayuda a expulsar al violento y que sepa que si no respeta las reglas de convivencia en las redes, igual que en la sociedad, hay consecuencias. Como en muchos otros temas, la realidad se modifica mucho más rápido que las leyes, pero hay legislación que puede ofrecer un espacio de contención para quienes quieran denunciar. Y aquí es donde entra el Inadi con la ley contra la discriminación en la mano.
“No podemos medir el alcance del daño”, explica María Alcira Pedicino Keuroghlian, titular del Inadi Córdoba, en referencia a las consecuencias que puede tener en una persona lo que se publica en las redes sociales. La réplica junto a la permanencia son las dos características más fuertes que generan angustia en la persona que denuncia.
+ Video: la palabra de la especialista
Cada denuncia de discriminación digital hacia una persona en base a su etnia, edad, religión, creencias, aspecto físico, estado civil, género, orientación sexual, posición política o discapacidad, por sólo nombrar algunos tipos de maltrato, se suman, se unifican y se transforman en una presentación ante los responsables de las redes para pedir que ese usuario, real o ficticio, sea sancionado. Y si repite su conducta, eliminado de la web.
Sin duda, los adolescentes componen uno de los grupos más vulnerables en cuanto a la afectación que pueden sufrir por las agresiones en las redes sociales. Como parte de la campaña que está realizando el Inadi y Unicef Argentian, en su trabajo Si discrimina #NoDaCompartir, exponen los resultados de una investigación de Global Kids Online, realizado en Argentina, entre agosto de 2015 y mayo de 2016. Según los datos relevado, uno de cada tres entrevistados, recibió mensajes negativos a través de Internet, en el último año. Esos mensajes fueron expuestos en plataformas comunes donde otros podían verlos. Las agresiones por lo general, se dan a través de grupos con pares o desde perfiles falsos.
En el trabajo, que puede descargarse desde la biblioteca de la página del Inadi, explican las formas de privacidad y bloqueo que cada red social ofrece como forma de protección.
Pensar como si estuviéramos hablando cara a cara, con la misma responsabilidad y respeto con la que tratamos a las personas con las que tenemos relaciones permanentes, podría ser un precepto para guiar nuestro comportamiento en las redes.
Nunca deberemos perder de vista el peso de la frase que nos dejó para pensar la Licenciada Pedicino Keuroghlian: “La discriminación nunca es virtual, sus consecuencias siempre son reales”.
Dónde denunciar:
0 - 800 - 999 - 2346
App del Inadi