El 6 de noviembre de 2014 el tradicional barrio de Alta Córdoba se vio sacudido por la explosión de la Química Raponi SRL. La detonación dejó como saldo una mujer muerta, 70 heridos, 40 casas destruidas y más de 400 con diferentes daños.
Uno de los más perjudicados fue Pablo Amaya, quien sufrió graves heridas y debió ser internado de urgencia. Estuvo en coma y en terapia intensiva durante un mes y medio. Además, tuvo que lidiar con numerosas secuelas que lo acompañan hasta el día de hoy.
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“Por la fractura de mi cráneo, hoy tengo casi la mitad de mi cabeza de plástico. Hay muchas actividades que no puedo hacer, entre ellas, practicar deporte. Tengo que cuidarme mucho”, detalló en diálogo con Telenoche.
Zumbidos en el oído, dolores de cabeza y mareos también integran el conjunto de síntomas que sufre Pablo día a día. Sin embargo, sostuvo la importancia de la música para lidiar con su situación: “Dios se presentó ante mí a través de la música. Me desperté del coma escuchando Yesterday de Los Beatles. Ahora estudio composición musical en la Facultad”.
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Finalmente, expresó sus sentimientos ante la condena de Sergio Raponi, dueño de la química que causó la tragedia. “Le diría si es consciente del daño que generó. En un principio estaba enojado pero decidí avanzar. Hoy no siento bronca”, aseguró. Y remató: “Esperaba aunque sea una disculpa, pero su silencio vale más que mil palabras”.