Era julio de 2020, plena pandemia, cuando un jubilado de 72 años mató a tiros a uno de los cinco ladrones que lo atacaron mientras dormía en su casa de Quilmes, provincia de Buenos Aires.
Franco Moreira, delincuente asesinado de 26 años, tenía un disparo en la pierna y otro en el tórax, según lo determinaron en la autopsia. Respecto al tiro mortal creían que había sido a corta distancia, cuando yacía en el suelo.
A casi tres años del hecho, que abrió el debate sobre los límites en la legítima defensa, una pericia oficial de Policía Científica desestimó que Ríos le haya disparado en la calle: “No se observó ningún fogonazo en la secuencia de la cámara de seguridad que registró el hecho”.
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El informe beneficiaría a Jorge Ríos, quien siempre adujo que el disparo fue adentro de la casa. El hombre está imputado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego y el próximo 6 de junio será sometido a juicio. Por este delito podría enfrentar una pena de 25 años de prisión.
Los investigadores se basaron en las imágenes registradas por las cámaras de seguridad. La evidencia digital fue analizada cuadro por cuadro. Además, el perito de parte de la defensa del jubilado afirmó que no se observó ningún gesto por parte del imputado empuñando y disparando el arma hacia el cuerpo de la víctima.
"Me cagaron la vida. Perdí todo, mis amistades, mi barrio, mi casa, mi forma de vida. Que alguien diga si alguna vez le hice algo a alguien. Me siento servicial, buen vecino. Esto es terrible. No se puede vivir así", había manifestado el jubilado completamente devastado luego de ser excarcelado.
Cómo fue la entradera
Ríos relató que los ladrones intentaron entrar dos veces, ya no quería volver a acostarse a dormir. Se sentó a mirar televisión. Fue en ese momento en que escuchó un ruido: eran ellos, otra vez. "Abrieron la puerta de una patada, y en unos segundos lo tenía encima mio al tipo. Ahí yo salto y digo lo voy a amedrentar y le dije 'tirate al piso que no te quiero tirar' y veo que tiene en la mano algo, que pensé que era un cuchillo".
En ese instante comenzó "la lucha". "Tirate al piso que no te quiero tirar, no te quiero matar", recordó que le gritaba de manera insistente al ladrón. "Pero se me abalanzó. Luchamos y me tiró al piso y me arrastró. Me levanté y me tiró de vuelta al piso. Él saltó la tapia para la casa de mi comadre y ahí me volví loco. Y ahí pensé, la van a agarrar a ella".
"Después fue todo tan confuso. Porque entre los gritos y que le avisaba a mi comadre 'cuidado, cuidado, que van para ahí adentro', salí y se me nubló todo", manifestó. Esa misma noche lo trasladaron a la comisaría. Ahora cumple la prisión domiciliaria.