Antonio González fue condenado a prisión perpetua a mediados de febrero tras comprobarse que mató y enterró a su ex esposa en 2020. Ocultó el femicidio durante tres meses, hasta que fue descubierto y finalmente recibió sentencia hace un mes.
El cuerpo enterrado de Juana Valdez (43) fue revelado por el asesino en septiembre de 2020 al costado de la ruta 9, cerca de Colonia Caroya. Fingió el hallazgo casual del cadáver cuando en realidad se trataba de una especie de confesión.
En las últimas horas se conocieron los fundamentos de la Justicia respecto al fallo de la pena máxima. Testigos que declararon en el juicio revelaron, entre otras cosas, que la mujer era víctima de violencia de género en forma sostenida.
Se comprobó que Valdez era golpeada con frecuencia por quien en aquel momento era su marido. Ojos morados, golpes en el rostro, y hasta la revelación de que en una oportunidad fue golpeada con un hierro, fueron algunos de los indicios, según publicó La Voz.
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Los camaristas indicaron que la víctima no tenía amigos y que incluso la relación con su familia era distante. "Se acreditó la vulnerabilidad que presentaba la ofendida: mujer, pobre y con una disminución mental. Ello fue aprovechado por el imputado durante su relación con Juana Valdez”, añade el texto.
González ejercía control sobre ella de forma física y económica. La aisló de sus seres queridos y, junto al contexto de cuarentena por la pandemia, fue el combo fatal para que se lleve a cabo el femicidio y quedara en silencio durante tantos meses.
Todas las referencias sobre González dan cuenta de sus problemas con el consumo de alcohol. Él lo confesó en tribunales y también hizo referencia a otras drogas.