La semana pasada la Municipalidad presentó un proyecto para modificar la ordenanza que regula la tenencia de perros catalogados como “potencialmente peligrosos”. La iniciativa fue anunciada tres meses después de que se reglamentara la normativa vigente, en mayo de este año.
Cabe recordar que el debate se reabrió a principios de julio a raíz de la muerte de Trinidad Ballesteros. La adolescente de 15 años fue asesinada por dos dogos argentinos en barrio Estación Flores.
La nueva propuesta, impulsada por el intendente Martín Llaryora, generó disidencias por algunos de los cambios que busca introducir. Uno de los aspectos más llamativos es que reparte la responsabilidad en tres actores fundamentales: los dueños, los criaderos y los veterinarios.
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Además, obligaría a los dueños de las 14 razas listadas a gestionar una licencia para su tenencia. A su vez, impondría la castración de todos esos animales antes de ser vendidos y dejar el criadero.
Para conocer distintas posturas sobre sus puntos más álgidos ElDoce.tv consultó a Omar Robotti, especialista en comportamiento canino y presidente del tribunal de disciplina de Colegio Veterinario de Córdoba; Carolina Ghersevich, veterinaria y docente en la Universidad Católica de Córdoba; Antonio Nores y Ulises D’andrea Nores de los criaderos de dogos argentinos Santa Isabel y La Cocha; y Celeste Ávila, rescatista y presidenta de Fundación Garra.
Licencia, apto psicofísico y microchipeado
El único punto en el que todos los entrevistados coincidieron con el proyecto fue en la imposición de una licencia para la tenencia de perros. Si la nueva normativa es aprobada, los responsables de las 14 razas catalogadas como potencialmente peligrosas deberán aprobar un test psicotécnico para obtenerla.
D’andrea, titular del criadero La Cocha, se mostró de acuerdo pero pidió que se aplique a cualquier perro de gran porte (más de 30 kilos). Por su parte Nores, de Santa Isabel, sostuvo: “Si es como el carnet de un conductor profesional, lo entiendo. Pero, ¿quién lo va a emitir y bajo qué condiciones?”.
Los veterinarios Robotti y Ghersevich remarcaron la importancia de este último aspecto y dijeron que será necesario trabajar de manera interdisciplinaria.
En esa línea, Ávila habló de las capacitaciones obligatorias para la tenencia responsable: “Tendrían que incluir el manejo básico para tener un perro de estas razas en casa y sacarlo a pasear. La persona tiene que ser consciente de para qué quiere a ese perro y qué tipo de animal es”.
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Por otro lado, la iniciativa de la Municipalidad pretende que aquellos que se hagan cargo de las mascotas catalogadas como “potencialmente peligrosas” anoten a sus animales en un registro público. También sería obligatorio instalarles un microchip subcutáneo que almacene esa información.
Los cinco especialistas resaltaron que esto permitiría identificar al dueño de cualquier can ante el incumplimiento de una norma y hacerlo responsable. Lo único que pidieron tanto los veterinarios como los criadores es hacer extensiva la medida a todos los perros, sin importar su raza.
Castración en cachorros
Robotti, quien es etólogo y está especializado en el comportamiento de animales, cuestionó la castración obligatoria y dijo que no está claro su objetivo. “Si su fin es el control poblacional de las razas es una medida muy útil. Pero si lo que se busca es bajar el nivel de agresión de algunos animales, se está sobreestimando”, sostuvo.
“Por sí sola, la castración no soluciona ni alcanza para tratar a animales violentos. Es una herramienta terapéutica más pero también hay que tener en cuenta otros factores, como los aspectos ambientales”, detalló.
Ghersevich, quien trabajó en el centro de castraciones de Carlos Paz y en el proyecto de control poblacional de perros y gatos vagabundos de la Universidad Católica de Córdoba, coincidió con su colega: “Baja el líbido pero no necesariamente reduce la agresión. Sirve si lo que se quiere es evitar una superpoblación”.
El proyecto pretende que los perros sean entregados a sus dueños operados desde el criadero o petshop, algo que podría comprometer su correcto desarrollo. En general, los cachorros se venden entre los 45 y 60 días mientras que su castración es recomendada recién a partir de los 6 meses en el caso de los machos y después del primer celo en las hembras.
“Lo ideal es que el perro primero termine su proceso de socialización y tenga su plan sanitario inicial completo”, especificó Ghersevich.
Nores comentó que en algunos casos ha recomendado la castración a algunos clientes pero subrayó que debe ser “una decisión personal de cada dueño”. Además, remarcó que si se hace a temprana edad puede afectar al animal: “Interrumpe su desarrollo, implica que no llegue a expresar las características físicas que debería”.
D’andrea coincidió en que no hace a un animal menos violento: “Puede bajar un poco los decibeles y su intensidad cuando está con otros perros pero no va a mejorar su conducta hacia el ser humano”.
Ávila, quien trabaja a diario con perros abandonados, fue la única que apoyó la medida al 100%. “Me parece perfecto, estoy en contra de la manipulación genética para fines que satisfagan necesidades de las personas”, dijo. Y aseguró que “los perros no se van a acabar, es una forma de regular la cantidad que hay”.
La clasificación vigente
El nuevo proyecto también reabrió críticas a la ordenanza anterior. Los dos criadores de dogos argentinos consultados insistieron en que tanto la norma actual como el proyecto presentado estigmatizan al enumerar sólo a 14 razas y sus mestizos.
“La nueva ordenanza no va a servir para disminuir la accidentología canina, es tapar el sol con un dedo porque deja afuera al 90% de los perros que generan lesiones, que son los mestizos que pesan más de 25 kilos”, enfatizó D’andrea.
En esa línea, Nores argumentó que las regulaciones impuestas a los criaderos resultan injustas porque dejan afuera a quienes reproducen otros canes que también pueden ser dañinos o incluso letales, como los ovejeros alemanes. “La vara tiene que ser la misma para todos”, indicó.
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Robotti también se mostró en contra de la tipificación. El representante del Colegio de Veterinarios señaló que la potencialidad de peligrosidad no depende solo de la raza sino también de las “condiciones comportamentales” y del “entorno”. Para el especialista en comportamiento canino, lo ideal es evaluar cada caso particular.
Ghersevich explicó que las razas enumeradas no son necesariamente las más mordedoras pero por su talla y su mandíbula pueden generar mayor daño. Sugirió que el registro que la Intendencia quiere llevar a cabo podría servir para dejar asentado a los individuos que representan mayor riesgo y aconsejó incluir a perros agresivos que no estén listados y a aquellos que pesan más de 20 kilos.
Por último, Ávila marcó: “La categoría está pensada según la potencia de mordedura. Es cierto que hay perros chicos que muerden más pero no tienen el potencial para generar lesiones como estos”.
Cabe aclarar que en su tercer artículo la normativa vigente agrega que, además de las 14 razas estipuladas y sus cruzas, son considerados perros peligrosos:
- Aquellos que tengan “peligrosidad originada en factores ambientales, genéticos o de selección de ciertos individuos”.
- Que sean de “carácter agresivo o potencia de mandíbula y/o musculatura que pueda causar muerte o lesiones graves”.
- Reciban “entrenamiento para la defensa y/o ataque”.
Por ahora, se desconoce si la nueva norma modificará estas categorías.