Ralph Koppelmon es un neoyorkino de seis años que tiene autismo y "se pasaba todos los días en casa y sin hablar con nadie", contó Lenore, su madre. Sin embargo, a partir del furor de Pokémon Go, el pequeño empezó a salir a la calle para cazar las criaturas del juego virtual y a relacionarse con otras personas.
La familia está agradecida de los avances que están viendo en su hijo y su mamá publicó en su muro de Facebook: "¡Esta cosa es asombrosa!"
"Cuando Ralphie juega a Pókemon Go interactúa con otras personas como nunca antes lo había hecho. Uno le enseñó cuántos Pókemon había cogido (más de 100) y Ralph dijo '¡wooooooowww!' y chocaron los cinco. Casi lloro", afirma.
La madre cuenta que su hijo autista comenzó a jugar como cualquier niño, y que el juego ha cambiado sus rutinas y sus formas de comunicarse por completo.
El juego móvil propone capturar a los 250 pokémones en la ciudad donde estés. En pocos días se convirtió en un fenómeno mundial y de la misma manera que provoca accidentes y genera cierto caos entre los cazadores, parece que también tiene un lado positivo.