J.A.M son las iniciales del nombre del profesional involucrado en el caso. Tiene 69 años y desde 2014 se había convertido en el psiquiatra a cargo de tratar a Rodrigo Facundo Roza. En su momento, había diagnosticado el caso de dicho paciente como "trastorno esquizofrénico de tipo paranoide continuo", con una incapacidad del 90%. El especialista le daba a Roza clozapina, un medicamento de probada efectividad para el diagnóstico. Finalmente, el problema fue la falta de control.
El trágico hecho en que Rodrigo se convierte en asesino ocurrió el 28 de septiembre de 2020. Salió a la calle con una hoja afilada envuelta en un papel rojo y una mochila repleta de estampitas. Empezó a caminar, y deambualaba por todas partes. Según informan, la familia había querido intentarlo la noche anterior, sin éxito. Roza se había acercado al cerco de la central de la PFA en la calle cavia, donde permanece la base del Cuerpo de Policía Montada, lugar en el que se encontraba como oficial responsable de la guardia el inspector Juan Pablo Roldán, padre de una hija, y en pareja.
Roldán siguió a Rodrigo junto a un compañero. “Te tengo que ofrendar ante los dioses, vos me estás sobrando, te estoy hablando en serio, ¡tengo un cuchillo de carnicero y tu alma está designada!”, decía el hombre. Así, la víctima se abalanzó sobre Roza para intentar desarmarlo, pero fue apuñalado. Ya herido, tomó su arma y disparó, produciéndole un impacto a su adversario en la pierna y el abdomen. El primero en morir fue Roldán, y luego lo hizo Roza, quien había quedado internado en el Hospital Fernández, con sus órganos vitales sumamente dañados.
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Si bien parecía en principio no existir responsables, fue la jueza Alejandra Provitola, encargada del caso, quien pensaba lo contrario, motivo por el cual apuntó contra el psiquiatra. El 5 de marzo, la letrada proceso a J.A.M sin prisión preventiva por el abandono de persona de su paciente, y por homicidio culposo de Roldán mismo. En su argumento, la juez sostiene que ambas cuestiones están íntimamente conectadas, ya que una lleva a la otra en concurso real.
Por su parte, la Sala IV de la Cámara Criminal y Correccional confirmó la decisión en un fallo de once páginas. Se trata de una resolución altamente inusual para la justicia, ya que pocas veces un psiquiatra ha sido responsabilizado por los hechos cometidos por su paciente o por lo que le pase a su paciente mismo.