Hace tres años y medio tres mujeres denunciaron ser víctimas de abusos sexuales por parte de Marcelo Bazán, quien fue el líder de la Fundación Dolto. En ese entonces, la acusación no avanzó en la Justicia Federal y volvió a los Tribunales de Córdoba. Este lunes el juez de Control en lo Penal Económico, Gustavo Hidalgo, finalmente confirmó la elevación a juicio de la causa.
Cabe recordar que Bazán también fue denunciado en su momento por liderar una secta, que cooptaba a personas que acudían a sus centros a hacer terapia. Por eso, estuvo preso 11 meses hasta julio de 2019, cuando pagó una fianza personal de 500 mil pesos y recuperó su libertad.
Un año y medio después volvió a quedar privado de su libertad. En esa oportunidad fue por una denuncia de violencia de género por parte de su expareja, Paola Re Aramburo.
Marcelo Bazán
El nuevo juicio
En esta nueva causa, tanto Bazán como Re Aramburo están imputados por los siguientes delitos:
- Abuso sexual con acceso carnal continuado, calificado por el uso de estupefacientes.
- Abuso sexual gravemente ultrajante, calificado por la participación de dos personas y agravado por el uso de estupefacientes.
- Abuso sexual con acceso carnal continuado calificado por el grave daño en la salud mental de la víctima y por el uso de estupefacientes.
- Coacción continuada reiterada, todo en concurso real, en perjuicio de las víctimas.
Según la acusación de la Fiscalía de Instrucción Subrogante algunas pacientes del imputado eran convocadas al margen de las terapias a reuniones grupales. Allí las obligaban a consumir alcohol y drogas y mantener prácticas sexuales con la voluntad "distorsionada". En otros casos las hacían participar en un “ritual de traspaso de un terapeuta a otro”, que también implicaba abusos sexuales.
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Las defensas de los psicólogos solicitaron su sobreseimiento. Cuestionaron el requerimiento fiscal al asegurar que no estaban debidamente acreditados los hechos ni había prueba independiente.
Sin embargo, el juez Hidalgo aseguró que Bazán creó, obtuvo y configuró una “relación tóxica”, totalmente dependiente que trascendía el vínculo paciente-terapeuta. En ese sentido, aseguró que hay elementos que prueban que “lograba doblegar la voluntad de sus víctimas”.
Por último, estableció que hubo presencia verificada de alcohol y drogas en las reuniones sociales con la única finalidad de disminuir los frenos inhibitorios de las mujeres y generar una escena propicia para la realización de los actos abusivos.