"Si vas a tirar un tiro, tirá, gato". Esas fueron las últimas palabras de Cristian Díaz antes de que Pity Álvarez lo asesinara de cuatro disparos, tres en la cara y uno en el pecho, según la declaración de los dos testigos presenciales del hecho.
Antes del crimen, a la 1.30 de la madrugada del jueves, víctima y victimario se habían encontrado en las torres de barrio Samoré, en Villa Lugano. Díaz, que había vivido en ese barrio y estaba de visita por la zona, conversaba afuera con amigos y saludó al músico cuando lo encontró.
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"Lo que comenzó como una mera conversación, inmediatamente se habría convertido en algún tipo de reclamo por parte de Díaz. Según el testimonio de quien se hallaba junto a Álvarez, la víctima le habría recriminado al imputado por una supuesta sospecha que el último montara ante la falta de algunos objetos personales, ocurrida en una fecha incierta", indicó el juez de instrucción Martín Yadarola en el procesamiento.
Tras el intercambio de reproches, el hombre de 36 años "habría decidido incitarlo a pelear (a Álvarez), mientras hacía ademanes con sus brazos golpeándose la zona del pecho manifestando en algún pasaje del suceso: '…vos sabés quién soy, te acordás de mí, te acordás cuándo yo te llevé a la villa, vos dijiste que te faltaban cosas en la mochila y yo no soy rastrero…".
"Vos una vez me dijiste que me ibas a pegar un tiro cuando te faltaron cosas en la mochila. Si vas a tirar, tirá", continuó la víctima. "Si vas a tirar un tiro, tirá, gato", le habría dicho "mientras golpeaba con su mano la gorra que llevaba colocada Pity y acercándose con su propia cabeza hacia el rostro de Álvarez "con la intención de avanzar en la provocación", señaló el magistrado.
"Esta actitud habría sido el desencadenante de la reacción de Cristian Álvarez quien, sin mediar palabras y encontrándose a escasa distancia de su rival, sacó el arma de fuego que llevaba consigo, apuntó al rostro de Díaz y le efectuó un disparo que impactó en dicha zona y lo hizo caer tendido", sostuvo Yadarola.
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Luego, siempre según el fallo del juez, "se posicionó parado frente a la víctima que yacía en el suelo y, también a corta distancia, le disparó otras tres veces más directamente a la zona del rostro, para luego guardar el armamento y dirigirse sin más hacia su automóvil, retirándose del lugar".
Después, lo ya conocido: tiró el arma en una alcantarilla, se fue a un boliche en donde cantaba Ulises Bueno y se entregó la mañana del viernes, en la que confesó el crimen ante los medios.