La sensación de angustia colectiva que muchos perciben fue medida por la Universidad Católica de Argentina (UCA). Según la encuesta realizada el año pasado, la infelicidad de las personas subió entre 6 y 10 puntos entre 2010 y 2022 dependiendo del grupo de pertenencia de los entrevistados.
“En los últimos años todo lo que es malestar, sobre todo en adultos, fue en aumento”, explicó en Arriba Córdoba la psicóloga Carolina Garofalo, quien participó del relevamiento. Remarcó que estas tendencias negativas se acentuaron postpandemia “en un contexto de incertidumbre, complejidad laboral y reconfiguración de la vida cotidiana”.
Los grupos más golpeados
Según el estudio, las mujeres resultaron más afectadas: el 29,1% dijo haber padecido malestar. En el caso de los hombres, este número fue del 21,2%.
En lo que respecta a edades, los niveles más altos de infelicidad se registraron en las personas de entre 35 y 74 años, que estuvieron en torno al 27%. Pero el de adultos mayores (de más de 75 años) fue el grupo en el que más creció, con un incremento de 10,6 puntos.
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Garofalo remarcó que estos valores están estrechamente vinculados al “contexto y situación social”. Por eso, los números son especialmente preocupantes en los sectores con mayores dificultades económicas.
El 38% de quienes componen el sector socioeconómico catalogado como “muy bajo” se siente infeliz. La diferencia es abismal si se compara con el otro extremo del espectro, el segmento “medio alto”, en el que el índice es del 11,1%.
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La educación también parece jugar un papel clave. El 35,1% de quienes no terminaron el secundario sufren malestar; este número es del 18,7% entre aquellos que sí completaron el colegio.
Elecciones y desesperanza
Por otro lado, Garofalo explicó que en Argentina tanto las crisis como los años electorales suelen tener una incidencia directa en la felicidad de las personas. En ese sentido, advirtió que hay una creciente desconfianza por parte de las personas hacia las instituciones.
“3 de cada 10 entrevistados dijeron que no creen que el voto sea un factor de cambio. Esto marca un aumento en la desconfianza a la democracia y las instituciones”, concluyó.