Se muestra como un hombre común. Ni siquiera su vestimenta hace suponer que es una importante autoridad, y más que eso, un gran referente del ejemplo y de la palabra, en la comunidad Israelita de Córdoba.
Llegó al programa solo (“Mi Otro Yo” - viernes 21hs- Canal C). Apenas se sentó, explicó de la kipá (en hebreo, cúpula, parte superior): “Es una pequeña gorra ritual usada tradicionalmente por los varones judíos y últimamente aceptada también por las corrientes no ortodoxas para uso femenino”.
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Polakoff nació en Buenos Aires. Pero desde 2002 está en Córdoba, en donde no solo se asentó, sino que formó una familia, de la que nació su hija. “Pero hoy estoy divorciado”, apunta. Y agrega que le gustaría volver a tener una pareja: “Sería bárbaro casarme de nuevo”.
En esta amena charla me contó que “el divorcio ya estaba escrito en el Torá (escrituras de su religión) hace miles de años”.
“Sería bárbaro casarme de nuevo”
Polakoff es un hombre de convicciones. Pero además de una gran formación académica. Cuenta que cualquier integrante de la comunidad puede ser rabino, si se lo propone, pero primero tiene que tener una carrera universitaria y luego formarse específicamente en la materia. “Sería imposible tener otro trabajo, además de ser rabino, esto es una labor de 24 horas, los siete días de la semana”, asevera.
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Ante la pregunta de si el judío es un pueblo cerrado, y que se siente permanentemente perseguido, él dice que a veces se cierran como una manera de autoprotegerse. A su vez, reconoce que propician el casamiento entre dos personas de religión judía para que no se extinga la religión y la raza. “Somos pocos, en comparación con la población mundial, y por mucho tiempo fuimos un pueblo sin tierra”.
“Las hijas de Nisman aún no sanaron la muerte tan tormentosa del padre”
En 1994, al suceder el atentado contra la AMIA, Polakoff se salvó porque, a pesar de que trabajaba en esta institución, estaba ausente. En esa tragedia acompañó a las familias, a unas cuadras del derrumbe, a reconocer sus seres queridos.
Veinte años después, en enero del 2015, decidió viajar a Buenos Aires, para acompañar a la familia de Alberto Nisman a la morgue, para reconocer al fiscal: “Las hijas de Nisman aún no sanaron la muerte tan tormentosa del padre”.
Sobre la presencia del rabino Bergman en política, dice que no le molesta pero considera que “es sano que la religión y la política estén a una distancia prudente”.
+ VIDEO: mirá el segundo bloque de “Mi Otro Yo”
En el programa, también tocó hablar de los prejuicios, el aborto y los milagros. Afirma que “el mundo está lleno de prejuicios. Muchos contra el pueblo judío”.
“Yo creo que hay que despenalizar, pero no legalizar el aborto”
“Los judíos no tenemos sala vip en el cielo, aunque muchos crean que sí”, dice casi entre risas, al comentarle que es raro ver a un ciudadano judío en la miseria o de condición muy humilde.
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Sobre el aborto cuenta que en su sinagoga se discute y se habla mucho el tema, y la postura es clara: “Yo creo que hay que despenalizar, pero no legalizar el aborto”.
Por último, hablamos de la mística que da la religión y la posibilidad de reponer lazos. Él asegura que las bases de su religión están en la unión de la familia, y reafirma diciendo: “Los judíos no basamos nuestra creencia en los milagros”.