Como si fuera una mascota más, el cóndor de dos años paseaba manso por el patio del complejo. La dueña advirtió a la policía, que lo rescató y puso a resguardo. Estaba medio dormido y los especialistas investigan si vivía en cautiverio o es un ave salvaje afectada por el plomo.
“Hay que esperar los análisis”, afirmó el especialista Javier Heredia, de la Asociación Ecosistemas Argentinos. “Lamentablemente la gente sigue cazando y los niveles de plomo de estas aves los debilita mucho”, explicó.
Ahora, el animal permanecerá en la reserva “Tatú Carreta” de Punilla. Allí recibirá los cuidados para que pueda levantar vuelo y regresar a su lugar de origen en Traslasierra.
“Viene a pasar unos días acá, hasta que veamos su situación. Se harán placas y análisis generales para conocer la causa. Después dependerá de la Secretaría de Ambiente”, aseguró Javier Álvarez, director del lugar.