- El lunes tengo que entregar la llave.
- ¿Adónde se va?
- A la calle.
Ana tiene 79 años y vive de los 230 mil pesos que cobra por la jubilación mínima y la pensión por su marido, que murió en 2011. Está sola. Su hija falleció en 2014. Desde entonces, se las arregla para sobrevivir.
Y el lunes se queda en la calle. Con la nueva ley de alquileres, aprobada el pasado 11 de octubre, el dueño del departamento le aumentó de 80 mil pesos a 170 mil pesos. Ana no puede pagarlo.
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“Nunca estuve en la calle, siempre tuve casa, alquilando o dueña, siempre tuve dónde vivir. Nunca estuve en la calle, pero voy a tener que estar”, expresó y las lágrimas cayeron por su triste rostro.
La jubilada cordobesa está angustiada por lo que se vendrá. También pensó en ir a vivir a la Terminal de Ómnibus para resguardarse de las lluvias que pronostican. En medio de la desesperación, le habló a su hija en un pequeño altar que le hizo y le dijo: “Ayudame, no quiero estar en la calle”.
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Ana debe abandonar el departamento que habita porque entre el nuevo alquiler, las expensas y los impuestos, los costos se le hacen inaccesibles: “Hasta 100 mil pesos con expensas puedo pagar, después de eso tengo que vivir”, expresó.
Entre tantas encrucijadas e injusticias, la jubilada enfrenta desde hace 10 años un reclamo a Anses. Según contó, la pensión que le pagan por su marido es menor a lo que le corresponde por haber sido jefe de una fábrica metalúrgica.
Hace tres meses que Ana no puede dormir. Devastada por la situación, dejó de controlar su problema en el corazón: “No sé qué voy a hacer, porque sino me controlo… estuve cuatro meses internada y dos en terapia. Y ahora que estaba bien, me vino todo esto”.
“No quiero estar en la calle”, rogó desesperada. Su voz se quebró y un desconsolado llanto la invadió.