Las redes sociales, tan habituales en la vida de los jóvenes, pueden volverse un riesgo en los menores de edad. Esto le pasó a un niño de 11 años que era acosado sexualmente por un personal trainer de 23 años.
El caso de grooming ocurrió en Nueva Pompeya, Buenos Aires. El acosador conoció al chico en un gimnasio en el que él entrenaba y el pequeño juega al fútbol.
Según se desprendió de la investigación, ellos se cruzaban durante las horas de entrenamiento y fue el joven de 23 años quien comenzó a seguirlo en Instagram y mandarle mensajes privados.
Primero fueron invitaciones a jugar a los videojuegos, pero de un día para otro aparecieron propuestas desubicadas e intentos de concretar un encuentro con el niño.
El pequeño jamás lo contó, pero su padrastro se enteró por casualidad y actuó de inmediato: el hombre chateó con el acosador, se hizo pasar por su hijastro y logró que el depravado sea detenido.
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El hombre pudo tomar conocimiento de la situación cuando al niño se le rompió el celular y le pidió prestado el suyo. Allí pudo acceder a los mensajes de Instagram y ver el peligro al que estuvo expuesto el niño: no cerró correctamente la sesión y llegó una notificación de @manolete_laureano10, un perfil trucho bajo el que se manejaba el acosador.
“El mensaje decía ´hola cómo estás bebé, tenemos que encontrarnos’. Lo que más me llamó la atención es que decía 'necesito que me regales un boxer´”, declaró el padrastro.
El hombre pudo enterarse de que el personal trainer iba al mismo gimnasio pero que su nombre en realidad es Emanuel Infante.
El padrastro y la madre del niño se hicieron pasar por él, aceptaron la invitación a una cita y pactaron un horario: antes dieron aviso a la Policía, que de forma encubierta logró atrapar al acosador en plena acción.
Los padres del niño compartieron los chats para concientizar y alertar a otras personas a estar atentos a este tipo de casos. Además, aseguraron que ellos tienen acceso a todas las contraseñas de su hijo, según pudo saber Infobae.
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Verónica, la mamá, contó que “las conversaciones iban subiendo de tono. Cada vez eran más fuertes. Todo el tiempo le pedía que fuera a la casa a jugar a la play, y que mientras jugaban le iba a hacer ciertas cosas”, relató.
“Le pido a la gente que se anime a denunciar. Hay más casos. Cuando hablamos con otros padres, nos enteramos que también les regalaba cosas”, agregó el padrastro del menor.