Abril de 2017. Celebraba un cumpleaños con compañeros de trabajo en un boliche ubicado cerca de Plaza España, en la ciudad de Córdoba. Un grupo de chicos, de entre 19 y 21 años, comenzaron a increparlos. Seguridad del local bailable les pidió que se retiraran.
“Quedé solo a la salida del boliche cuando siento un fuerte golpe por la espalda”, recuerda Daniel Flores como si fuese ayer. “Me caigo al piso y me patean hasta que me terminan quebrando la cervical. Quedé desnucado”, relató.
“Estos chicos me destruyeron la vida”
Por este feroz ataque, fue sometido a una compleja cirugía –en Argentina solo sobrevivieron tres personas- y estuvo tres meses sin poder moverse. Los médicos no le podían asegurar nada: podía quedar parapléjico o morir. Pero Daniel sobrevivió de milagro, a pesar de las secuelas: no puede mover el cuello, tampoco jugar al tenis, deporte que hacía desde que tenía 12 años.
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“Estos chicos me destruyeron la vida”, expresó con profundo dolor. El joven recuerda que fueron seis las personas que lo atacaron. Sin embargo, solo lograron identificar a tres luego de una rueda de reconocimiento. Quedaron imputados, pero jamás fueron detenidos. Esperan en libertad el juicio.
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Daniel Flores no les guarda rencor. Sin embargo, le duele no tener una vida normal a diferencia de ellos, que siguieron viajando y jugando al fútbol como si nada hubiera pasado. “Yo no tuve la culpa, siempre fui una persona tranquila”, indicó.
“Tengo miedo porque es gente muy poderosa"
El crimen en Villa Gesell, donde rugbiers mataron a golpes a un joven de 18 años, volvió a traer aquel horrible recuerdo de hace tres años. La diferencia es que se salvó para contarlo. Sin embargo, hay algo que no lo deja dormir: “Tengo miedo porque es gente muy poderosa que está acostumbrada a hacer lo que quiere. Tengo miedo de represalias”.