Esther Villán sobrevivió a un intento de femicidio. El policía Cristian Molina, quien en ese momento era su pareja, le disparó tres veces con el arma reglamentaria. Al tercer intento, la bala la hirió en el cuello.
Ocurrió en marzo de 2021 en Tanti. Dos años después, el agresor fue condenado a 12 años de prisión por el delito de homicidio en grado de tentativa, triplemente agravado por el uso de arma de fuego, por el vínculo y por mediar violencia de género.
Para la víctima “no fue lo justo”. En diálogo con Arriba Córdoba, insistió: “Me pareció muy poco para la gravedad de la situación que tuve que vivir”. Mirando a la cámara se dirigió a los jueces y reclamó por una sentencia más justa: “12 años no es nada, esperaba que fuera más por todo lo que se vivió, por las secuelas, las consecuencias”.
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Esther vive con miedo por más que Molina esté preso. En la última audiencia, que se desarrolló el miércoles en la Cámara en lo Penal y Correccional 1 de la ciudad de Córdoba, reveló que otra vez vivió una pesadilla cuando el acusado ingresó a la sala.
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“Entró riéndose, me miraba y se reía con esa cara que me quedó grabada y no la puedo borrar. De burla, como diciendo ‘acá estoy’. Siempre fue muy soberbio”, detalló. Aseguró que fueron los mismos gestos y risas a carcajadas de una “persona que está totalmente endemoniada” como la de aquel día en que su vida estuvo al borde de la muerte.
La mujer no siente paz y no está conforme con la condena: “Él está preso con todos sus beneficios, pero los que la estamos pasando mal somos mi familia y yo”.