Alejandro Quinteros asesinó a su expareja, Valeria Gancedo (36), y dejó al hijo que tenían en común huérfano. Afortunadamente la víctima tenía una familia con un corazón gigante que en ningún momento dudó cuál sería el destino del nene de 5 años.
A dos días del hallazgo del cuerpo enterrado en un campo cerca de Oncativo y con el dolor inundando sus pechos, cargaron al pequeño y partieron rumbo a Añatuya. “Algunas veces me dice mamá”, confesó Melisa Gancedo, hermana de Valeria, en una entrevista con ElDoce.tv.
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El niño aún no sabe qué pasó con su mamá y no pregunta demasiado. Sus días en el pueblo de Santiago del Estero son alegres aunque sus tíos y abuelos atraviesan la pérdida más grande que tuvieron. “No pregunta nada, está con sus primos de 7 y 4 años, nada le parece extraño porque acostumbraba a estar con nosotros”, comentó la mujer sobre su sobrino.
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Un Juzgado de Córdoba está terminando de otorgar la tenencia a la familia de Valeria pero a Melisa no le preocupan los papeles. Sabe que el amor que tienen para darle con su mamá y su hermano es infinito.
“Para nosotros es muy importante que esté con nosotros”, aseguró porque el deseo de su hermana era volver a vivir a su Añatuya natal cuando el nene terminara el jardín.
“Octavio era el amor de su vida, mi hermana vivía para él y él para su mamá”, recordó emocionada sobre el vínculo que tenían y siguió: “Mi hermana, esté donde esté, nos está dando fuerzas a nosotros para que no lo dejemos decaer y que siempre lo recuerde”.
El sacrificio de Valeria por su hijo era tal que eso la llevó a demorar su mudanza a Santiago del Estero. Eso y las amenazas de Alejandro Quinteros que le advertía que habría “consecuencias” si se llevaba al niño.
Palabras
Hasta el momento, el pequeño no sabe qué le pasó a su mamá y tampoco le explicaron. Pero es algo que Melisa piensa desde el momento en el que supo que su hermana había sido víctima de femicidio.
“Pienso en cómo explicarle que no va a ver nunca más a su mamá”, contó y remarcó que aunque su sobrino no pregunte considera que le deben decir. “Quiero que esté el recuerdo de ella en él, que la vamos a tener siempre presente y que nunca se olvide de su mamá”, expresó y agregó: “Buscaremos las palabras, en ese momento irán surgiendo las palabras”.
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Sobre Alejandro Quinteros el nene no preguntó nada. La última vez que lo vio fue en la comisaría de Oncativo, cuando el hombre quedó demorado antes de confesar. A ese mismo lugar llegó su tío, que se ofreció a tenerlo hasta que llegara la familia de Valeria. “Se fue con amigas de mi hermana porque él no conocía al tío, tenía poca relación y con el abuelo menos”, comentó la mujer.
Madrina y “mamá”
Cuando Valeria quedó embarazada no dudó en elegir a los padrinos de su hijo: su hermana Melisa y su hermano José. “Sabía que si pasaba algo nosotros lo íbamos a cuidar”, aseguró la mujer que hoy no tiene dudas sobre el rol que asumirá en la vida de su sobrino.
A veces el nene le dice “mamá” en vez de tía y eso provoca en Melisa una sensación inexplicable entre tantos sentimientos que la invaden. “El corazón me explota y a la vez siento tanta tristeza de que me tenga que llamar a mi y no esté con su mamá”, confesó y lamentó: “Le ha quitado el derecho de que mi hermana lo vea crecer, de hacer cosas juntos y de que él vea y comparta cosas con su mamá”. “Nunca pensó en el daño que le hacía a su hijo, tampoco lo quiso para hacer todo lo que hizo”, sentenció.
A su vez, destacó que tanto ella como su familia tienen que “sacar fuerzas para ayudarlo y acompañarlo”. “Se quedó sin mamá y a la vez sin padre. Y es muy difícil para todos, saber que no la vamos a volver a ver, de la manera en que se fue, es muy injusto”, lamentó.
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El cuerpo de Valeria fue trasladado a Añatuya después de ser sometido a una autopsia que determinará cómo, cuándo y dónde Alejandro Quinteros la mató. Su familia pudo despedirla en una sencilla ceremonia y luego sepultarla.
Ahora la familia Gancedo sabe que “toca pedir justicia”. “El dolor nos va acompañar siempre pero nos queda que este tipo, Alejandro Quinteros, no salga nunca más, que nunca más salga a la calle y que esto no quede impune”, rogó Melisa y deseó: “Ojalá mi niño nunca pregunté por él”.