Aunque los trastornos alimenticios afectan a miles de jóvenes, no se habla lo necesario del tema y sus víctimas muchas veces lo sufren en silencio. Por eso, la valentía de Delfina Carle es digna de aplaudir.
En su cuenta de Twitter, la joven de 18 años subió varias fotos de su cuerpo hace cuatro años atrás y ahora. "Hoy recién me animo a mostrarlas, y con orgullo. Prefiero estar así y no como cuatro años atrás", escribió en el mensaje que tuvo casi 200 mil "Me Gusta".
Ante tal impacto en los medios, decidió contar su historia. "No me veía gorda. Me daba cuenta de que estaba muy flaquita pero me decía a mí misma: '¿A ver si podés estar más flaca?'", recordó en una larga entrevista con Infobae. "Te vas a quedar internada. Estás con muy bajo peso, no te podemos dejar salir, no podés ni caminar", contó que le dijeron los médicos cuando le confirmaron que tenía anorexia: solo pesaba 40 kilos.
"Nos abrazamos los tres, mi mamá, mi papá y yo, y lloramos. Nunca habíamos llorado así, los tres juntos", repasó, aunque los días siguientes fueron aún más duros: "En el hospital empecé a buscar 'anorexia' en Internet y encontré páginas de chicas que incentivaban a dejar de comer. Entonces me rebelé: pensaba 'si soy anoréxica esto es lo que tengo que hacer, sino no lo soy'".
"Aunque no esté del todo conforme con mi cuerpo, lucho. Lucho y salgo adelante, y cuando me miro en el espejo veo a una chica fuerte".
Así, tocó fondo. Con 35 kilos, la tenían que llevar al baño en silla de ruedas y le pusieron una sonda para alimentarla. "Una madrugada me desperté desesperada, no podía respirar. Pensé 'bueno, hasta acá llegué'. La sonda se había doblado y me la sacaron. Me acuerdo que hablaba y me salía sangre de la garganta, de la nariz. Recién ahí, con tal de que no me la volvieran a poner, dije: 'Les prometo que voy a comer'".
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Tras estabilizarla y darle el alta, se trató con un equipo interdisciplinario y regresó a su pueblo (Daireaux, Buenos Aires). Claro que el proceso no estuvo libre de recaídas: "Me quería morir, pensaba 'no sirvo para nada, estoy haciéndole mal a todos, ¿para qué quiero estar acá si sólo traigo problemas? Quería no estar más, morirme para que todos esos pensamientos me dejaran en paz".
El "clic" llegó cuando pudo expresar lo que sentía. "Yo era muy cerrada. Empecé a enfrentar lo que me pasaba, a pedir ayuda. Antes, el 90 por ciento del día pensaba en comida, el otro 10 en dormir. Ahora cuando vienen esos pensamientos salgo, tomo mate, leo, pinto, escucho música, voy a terapia, llamo a alguien que me quiere", graficó. Enamorarse también fue clave: "Yo antes pensaba sólo en mí, en lo que me dolía. Cuando le dejé lugar al amor le saqué lugar a la enfermedad".
Hoy, cuatro años más tarde de aquellos 35 kilos, la perspectiva es diferente: "Miro esas fotos y veo a una chica triste, deprimida, una adolescente que se quiere morir. Hoy, aunque no esté del todo conforme con mi cuerpo, lucho. Lucho y salgo adelante, y cuando me miro en el espejo veo a una chica fuerte. A veces feliz, a veces no tanto, como todos, ¿no?".