El arma con la que mataron al policía Franco Ferraro en el tiroteo en Nueva Córdoba habría sido robada. Es la principal hipótesis del fiscal Rubén Caro, que imputó a dos uniformados por la desaparición de la pistola luego de que el delincuene fuera abatido.
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Los agentes, un cabo y un oficial principal, llegaron a la escena minutos después del trágico episodio y -presuntamente- se llevaron la pistola nueve milímetros que habría uilizado Ricardo Serravalle, abatido durante el intercambio de disparos.
Ambos fueron imputados por los supuestos delitos de sustracción de objeto destinado a servir de prueba, informó La Voz. Ambos fueron pasados a situación pasiva, pero no serán detenidos.
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Serravalle cubría su retirada con dos armas. Es lo que especulan los investigadores, ya que Ferraro presenta una herida mortal de una bala de pistola nueve milímetros que le perforó el pulmón. Pero también tiene impactos de bala de una calibre 22.
Esta última fue la única arma que se halló junto al cuerpo del delincuente, a pesar de la gran cantidad de vainas servidas nueve milímetros encontradas en el lugar en el que se tiroteó con los policías.
Un dato clave indica que Serravalle dejó un reguero de vainas servidas calibre nueve milímetros entre el ascensor y el lugar donde quedó su cadáver. Pero, para sorpresa de los investigadores, junto al cuerpo sólo se halló la pistola calibre 22.
Ante esta grave sospecha, el fiscal Caro trabajó durante los últimos días bajo un estricto hermetismo en busca de los responsables de este delito (ver Allanan a policías en busca de la pistola robada en el tiroteo de Nueva Córdoba).
El caso dejó al descubierto que la escena del crimen (la propia calle Rondeau al 80, frente al edificio en el que se produjo el asalto) no había sido preservada de manera correcta.