Un domingo para el olvido: el miedo se apoderó de una joven que volvía de trabajar caminando, cerca de las 23, por avenida Vélez Sarsfield, cuando sufrió un momento de terror.
Fueron tan sólo segundos, pero realmente dramáticos. Eugenia Ferrini, una estudiante cordobesa, fue víctima de un intento de secuestro por una camioneta blanca, en barrio Güemes. A través de las redes sociales compartió cómo fue ese momento dramático para alertar a la sociedad.
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“Se abrió la puerta de adelante del acompañante y salió un tipo, medio agachado, creí que tenía un arma o algo para amenazarme porque nunca se enderezó, se me acercó y me dijo: ‘vos te venís conmigo’ agarrándome de la cadera y llevándome hacia su cuerpo”, escribió la joven.
Su reacción fue tan rápida que lo tomó de los brazos y comenzó a gritarle “no, no, no” con toda su fuerza. Afortunadamente la soltó y los vecinos salieron a ayudarla. “En ese momento no paraba de llorar, no podía caminar del susto y del miedo que tenía”, agregó
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La joven aseguró que alcanzó a ver la patente de la Eco Sport blanca y realizó la denuncia. De acuerdo a lo que le dijeron en la Policía, “la camioneta era robada”.
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Y hoy me toca a mí contar la situación realmente horrible que tuve que vivir anoche volviendo de trabajar. Cómo un día cualquiera, común y corriente, venía caminando del trabajo a casa (dos cuadras y media), venía contenta porque había tenido una jornada excelente y también porque pusieron luces que alumbran copado en la Vélez Sarfield que hicieron que me sienta un poco más segura porque siempre tengo que hacer el mismo recorrido y con miedo por supuesto porque voy sola, porque soy mujer, por todo lo que escuchamos en la tele, por la inseguridad que tenemos.
Volvía muy tranquila hasta que se frenó una camioneta unos metros adelante mío, mi paranoia y yo empezamos que actuar y carburar, automáticamente me di cuenta que me iban a robar porque no había estacionado bien, ni hizo el intento de hacerlo.
Empecé a caminar más lento, y pensaba ya fue, tengo el celu y los 600 que recién cobré, se los daré; después pensé no me voy a dejar robar por una lacra humana, mejor me vuelvo a la Vélez Sársfield que está iluminado (como si las luces hicieran algo por defenderme), en ese momento dije que era mejor llegar más rápido a casa, estando a una cuadra, entonces seguí caminando, sin dejar de mirar la camioneta, más despacio hasta que llegué a la altura de la puerta de atrás y se abrió la puerta de adelante del acompañante y salió un tipo, medio agachado, creí que tenía un arma o algo para amenazarme porque nunca se enderezó, se me acercó y me dijo: "vos te venís conmigo" agarrándome de la cadera y llevándome hacia su cuerpo, por suerte mi reacción fue agarrarlo de los brazos fuerte y gritarle "no, no, no" con toda la fuerza, por más que yo sentía que no me salía la voz, no me escuchaba yo misma, creí que lo estaba pensando, atiné a patearlo, en ese momento él miró como por detrás mío, me soltó y se fue.
Yo creí que era un vecino que se asomó o que venía alguien caminando. No sé quién fue, en ese momento no paraba de llorar, no podía caminar del susto y miedo que tenía. Todos los vecinos que escucharon mis gritos y el ruido de la camioneta al irse, salieron y me preguntaron si me robaron, que me sacaron, si necesitaba algo, si ví la patente. Nada, estaba ciega y sorda. Lo único que pude decir fue: no me robaron, me quisieron llevar. Y pedí a un vecino que me acompañe hasta mi casa. Nada más, fue un momento de horror el que me tocó vivir, un hecho más de inseguridad en el lugar en el que vivo, le podía pasar a cualquiera.
Sólo me consuelo diciendo que estoy bien, que no me pasó nada. ¿Pero si pasaba? ¿Si me llevaban? ¿Si no volvía a ver a mi familia? ¿Si no gritaba? ¿Si no se iba? ¿Si me golpeaba? Quería compartirlo y que se cuiden, nos cuidemos, estemos atentos, fui yo pero pudo haber sido tu mamá, tu hermana, tu prima, tu hija, cualquiera.
Agradecida eternamente a mi familia, que me contuvo, me abrazó, me tranquilizó, gracias a mis hermanos por hacerme jugar a las luchitas para aprender a defenderme, gracias a mi mamá por criarme siempre con armas de fortaleza y enseñarme que nadie es mejor que yo y nadie puede pasar por encima mío. Gracias a todos, de verdad. SOY FUERTE Y ASI VA A SEGUIR SIENDO.