Al oeste de La Cumbrecita se encuentra, cruzando las montañas, un paraje llamado Altos de Chicharrón, donde viven nueve familias.
Es un lugar que no tiene servicios y que solo se accede a pie o a caballo. Las casas están separadas por kilómetros y la gente vive del campo, el suelo y el turismo. Tan solo una vez al mes los más jóvenes bajan al pueblo a buscar provisiones pero los más ancianos no pueden hacerlo.
Un ejemplo de lo distinta que es la vida allí tiene que ver con la comunicación. Para hablar con la comuna, cargan el celular en un pequeño panel solar y cabalgan 20 minutos hasta encontrar algo de señal.
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Este último fue el motivo por el cual se organizó una comitiva compuesta por dos guías, dos funcionarias de La Cumbrecita y una enfermera. Se trató de cabalgar tres horas y media con el objetivo de colocar 12 vacunas.
Los caminos tienen una gran dificultad, pasando por Casas Viejas, el Cerro Áspero y cruzando el cerro Corona a 2000 metros de altura. Siempre se recorre un gran paisaje y caminos zigzagueantes entre piedras, arena y precipicios.
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En medio de esto las vacunas viajaban en una mochila especial con una conservadora y hielo, que la enfermera Marta Scalerandi trasladaba. Fueron dosis de Astrazeneca que requieren entre 2 a 8 grados para su conservación.
Al llegar, la gente recibió las dosis y a la comitiva con mucha alegría. Sus rostros de esperanza demostraban las ganas sentirse protegidos y acompañados.
Al finalizar la vacunación, los vecinos saludaron con felicidad y la comitiva se fue con la satisfacción de la misión cumplida.
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