Cuando la pasión es más fuerte, nada es imposible. Axel y Oscar más que amigos son hermanos. Viven en la misma casa y trabajan en la misma esquina. No solo los une el amor que se tienen, sino que además el mismo sueño.
Juntos hasta el fin del mundo y por un mismo deseo: ser violinistas. Todos los días, caminan varias cuadras hasta llegar a la esquina de los semáforos para ganar su moneda. Dejan sus pertenencias a un costado y deleitan con su música a los automovilistas que frenan.
El ruido caos del tránsito es vencido por las increíbles melodías que son capaces de interpretar a través de su instrumento. Axel fue el primero en aprender. Lo hizo con una mandolina y luego se animó a incursionar con el violín. Luego le enseñó a Oscar y juntos son un gran equipo.
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"Ganamos algo de plata, pero no es suficiente", aseguró Oscar. Pero no se dan por vencidos y apuestan por lo mismo: dejar algún día la calle, convertirse en profesionales y subirse a un escenario.
"Mi sueño es tocar entre personas y que me conozcan", expresó Axel. Y su amigo Oscar acompañó en el sentimiento: "Me gustaría viajar por el mundo, tocar el violín y conocer a los mejores violinistas del mundo". Dos verdaderos músicos que apuestan por su pasión.
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