El caso de Liu desató polémica en China esta semana. Antes de morir, la mujer decidió rehacer su testamento y ordenó que su millonaria fortuna quedara a nombre de sus mascotas.
Originalmente su patrimonio, tasado en US$2,8 millones, iba a ser para sus tres hijos. Sin embargo, en sus últimos días la mujer enfermó y no recibió ni visitas ni acompañamiento por parte de sus familiares por lo que decidió modificar el documento de sucesión.
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Las autoridades no le permitieron poner los bienes a nombre de sus gatos y perros por lo que tuvo que realizar un trámite especial.
Siguiendo las indicaciones de los funcionarios de la sede del Centro de Registro de Testamentos de China, Liu designó a una clínica veterinaria local como administradora de su herencia y responsable del cuidado de los animales.
La controversial medida llegó a Tribunales y un juez terminó decidiendo que parte del dinero tenía que ser distribuido entre los herederos humanos. Aún así, las mascotas se quedaron con la mayor parte y recibieron US$2 millones.