La aparición de un pingüino emperador en la costa occidental de Australia sorprendió a la comunidad científica. Se trata de Gus, un ejemplar que recorrió más de 3000 kilómetros desde la Antártida hasta la playa de Denmark.
“Vimos algo que salía del agua. Pensamos que era un ave marina, pero luego pensamos: ‘Ay, es demasiado grande’, y tenía un cuello grande y largo y una cola que sobresalía como la de un pato”, expresó Aaron Fowler, uno de los primeros en divisar a la imponente criatura.
“Se puso de pie en el agua, se acercó a nosotros y empezó a limpiarse. Estábamos en estado de shock”, expresó el hombre de 37 años, que en su historial de avistamiento de animales en la playa se encontraba una foca leopardo (que también habita en la Antártida).
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No obstante, Gus no parecía intimidado por las arenas ni el calor australiano: “Parecía completamente feliz. No era en absoluto tímido. Era muy amistoso. Estaba muy contento en nuestra compañía”.
Además, contó un divertido episodio apenas conoció al ejemplar. “Hizo un pequeño deslizamiento de barriga por la arena; creo que pensó que era nieve. No llegó muy lejos y se dio un pequeño revolcón”, cerró.
Por su parte, la profesora Biología de la Universidad de Washington, Dee Boersma, se mostró sorprendida por la aparición. “Qué pingüino joven tan loco. Los pingüinos emperador se desplazan, porque tienen que estar sobre una capa de hielo o un glaciar para criar, y los glaciares se están erosionando. Eso no es inusual. Tienen que seguir nadando hasta encontrar comida”, expresó.
“Pero esto es lo más al norte que he oído hablar en cuanto a la presencia de un pingüino emperador”, agregó, a la vez que centró su hipótesis del viaje del pingüino en torno a la búsqueda de alimento.
Rehabilitación
Aunque se divirtió a costa de la simpatía del pingüino Gus, Fowler alertó a las autoridades, por lo que el ave fue trasladada al Departamento de Biodiversidad, Conservación y Atracciones de Australia Occidental, en donde está siendo atendido.
“Fue retirado de la playa para evitar posibles amenazas de perros, gatos, zorros y vehículos. Ni en mis sueños más locos pensé que alguna vez tendría que cuidar de un pingüino emperador. Es increíble”, indicó Carol Biddulph, cuidadora del mencionado organismo.