Vivir en un edificio con paredes sin aislante puede ser un problema, sobre todo si de un lado se escuchan los ruidos que hacen los vecinos y complica el día a día. Marta atravesó la situación en primera persona y no encontró mejor solución que decirle al inquilino del otro lado de su departamento.
“Hola Víctor. Por fin consigo encontrarte en Facebook”, comenzó la mujer por chat -que se volvió viral- aunque del otro lado no sabían de quién se trataba. “Soy tu vecina, llevo tres semanas en el edificio, hemos coincidido un par de veces en la escalera”, siguió.
“Ah, es verdad. Quiero decirte que tiene una cara preciosa. ¿Qué te cuentas? ¿Necesitas sal?”, preguntó Víctor con intenciones de juntarse con su vecina pero la inquilina le dijo que le escribía por otro tema.
El hombre le propuso reunirse y tomar un vino, pero Marta prefirió comentarle el problema por mensaje. “Es que me parecía un poco violento llamar a tu puerta y decirte esto. En realidad no hay manera agradable de decirlo. Te oigo cagar”, lanzó sin vueltas.
“¿Perdona?”, le dijo sorprendido. “Trabajo en casa, paso mucho tiempo aquí. Estoy desayunando y te oigo cagar. Estoy leyendo el correo y te oigo cagar. Estoy viendo una película y te oigo cagar. Estoy limpiando los cristales y te oigo cagar. Es tremendo intentar comerse unos cereales mientras oyes cagar a alguien”, se sinceró la vecina que no podía aguantar ni un minuto más con lo que sentía.
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“Joder”, añadió Víctor sin saber muy bien qué responder. “Cuando tengo un mal día no puedo ni llorar tranquila sin orite cagar”, siguió Marta y el hombre le admitió que la situación era “humillante”. “Para mí tampoco es fácil Víctor. Entiéndeme, la inmobiliaria no me avisó de esto”, se justificó.
El inquilino intentó buscar una solución y propuso “cagar con más discreción”. “¿Cuántas veces cagas al día?”, indagó la mujer por la cantidad de veces que oía a su vecino. “Una, como mucho dos”, le comentó y Marta cuestionó: “Imposible. Ayer te oí por lo menos 5 veces”. “Aquí caga mucha gente”, le comentó el hombre.
Sin poder creer lo que estaba leyendo, la vecina le preguntó si todas las personas que iban a su casa usaban el baño y Víictor dijo que sí. “Pero ¿van expresamente a cagar a tu casa? ¿Qué es una especie de labor social?”, siguió sorprendida. “No vienen a cagar, vienen a verme”, le respondió y Marta insistió en que igual defecaban allí.
El hombre le comentó que trataría que sus visitas no hicieran “de la número dos” en su baño y Marta aceptó la posible solución. Sin embargo, no se quedó atrás con la propuesta del vino y aceptó.
“Dame 10 o 15 minutos que tengo que cagar”, le dijo Víctor y Marta remató: “No hace falta, te oigo por la pared. Voy cuando termines”.