Después de nadar más de 3000 kilómetros desde las costas argentinas hasta la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, se perdió el contacto con el tortugo Jorge, que había sido liberado al mar en abril. El transmisor que lo monitoreaba se quedó sin batería, lo que marcó el fin de un seguimiento considerado histórico por los científicos.
Jorge nació hace más de 40 años en las costas de Brasil y pasó sus primeras dos décadas en el océano. Sin embargo, fue capturado accidentalmente en una red de pesca cerca de Bahía Blanca y trasladado al Acuario Municipal de Mendoza, donde vivió durante casi cuatro décadas. Su proceso de reinserción al mar comenzó en 2022 y, tras un período de adaptación en el Aquarium de Mar del Plata, fue liberado el 11 de abril de 2025, a 18 kilómetros de la costa.
Según detalló Mariela Dassis, doctora en biología e investigadora del Conicet, el monitoreo duró 109 días y permitió “extraer conclusiones muy importantes sobre el éxito total que ha significado la reinserción de Jorge en su medio natural”. La bióloga explicó que el transmisor satelital tenía una vida útil limitada y que su desconexión es totalmente esperable en este tipo de estudios.
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“El principal desafío era ver si Jorge podía orientarse tras 40 años de cautiverio, y lo logró. Desde el primer momento se dirigió hacia aguas cálidas de Brasil, su lugar de origen”, destacó Dassis en diálogo con Infobae. Además, afirmó que los patrones de movimiento y velocidad del animal fueron normales, lo que permite inferir que gozaba de buena salud y se estaba alimentando correctamente.
Uno de los aspectos más emocionantes de este seguimiento fue comprobar que Jorge llegó a Bahía de Guanabara, una zona frecuentemente utilizada por su especie y una de las posibles regiones de donde podría ser originario, según análisis genéticos. “Puede estar tranquilamente en su lugar de origen y su comportamiento lo demuestra”, señaló Dassis.
Finalmente, la investigadora aclaró que la finalización del monitoreo no implica que Jorge esté en peligro, ya que el transmisor nunca registró señales de emergencia, como permanecer más de diez minutos fuera del agua. “Esa sería la única manera en la que el instrumento podría habernos dado una mala noticia. Por suerte, eso no ocurrió”, concluyó.