A solo 35 kilómetros de Córdoba capital, Salsipuedes el pueblo que este jueves 2 de octubre cumple 4021 años, se presenta como un destino que va más allá del turismo tradicional. Entre ríos, sierras y antiguos caminos, el pueblo guarda rincones que despiertan tanto el descanso como la inspiración.
El río Citón, con su curso rodeado de frondosas arboledas, invita al senderismo y al sosiego, mientras que su costanera se abre como un paseo ideal para recorrer en bicicleta o a caballo. Este entorno natural marca el pulso lento y contemplativo de una ciudad que se deja recorrer sin apuro.
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Uno de los tesoros naturales más impactantes es el Salto de La Estancita, una cascada de 14 metros que se precipita entre paredones de piedra y vegetación autóctona. Ubicada dentro de la Reserva Hídrica y Natural Salsipuedes, no solo ofrece un paisaje perfecto para postales, sino también circuitos de trekking que permiten una conexión íntima con la montaña. En ese mismo entorno, se encuentra la antigua Capilla de la Candelaria, sumando un matiz espiritual al paseo por la reserva.

Pero si hay un lugar donde el arte y la historia se funden es en “La Joyita”, la casa museo de Ada Falcón, la legendaria cantante de tango. Allí vivió junto a su madre desde 1939 hasta 1960, buscando la calma del paisaje serrano.
Otro sitio que invita a repensar nuestra forma de habitar el mundo es el Eco Barrio de Villasol, un conjunto de viviendas sustentables ubicadas a metros del mirador serrano. Con arquitectura bioclimática y materiales reciclados, este proyecto encarna una forma de vida consciente y en armonía con la naturaleza.

La dimensión espiritual también encuentra su lugar en Salsipuedes. En Villa Silvina, considerado el sector más antiguo del pueblo, se pueden recorrer tres grutas dedicadas a diferentes advocaciones marianas: la Virgen de Itatí, la Inmaculada Concepción y San Miguel.
Para completar el circuito cultural, el Museo Apícola, en el barrio El Pueblito, ofrece una experiencia didáctica y sensorial sobre el mundo de las abejas y la producción de miel, mientras que cerca de allí, un emprendimiento familiar enseña sobre el cultivo de peperina y otras hierbas aromáticas serranas. Así, Salsipuedes une saberes ancestrales, producción sustentable y costumbres regionales en cada rincón de su territorio.
En sintonía con ese espíritu reflexivo y artístico, Salsipuedes también es un lugar que atrajo a otros creadores. El poeta Vicente Luy escribió parte de su obra en una casona familiar del pueblo, y el músico Roberto Cambaré inmortalizó su breve historia de amor en la zamba Angélica, inspirada en una joven del lugar.

El nombre del pueblo ha sido evocado en canciones de Hilda Lizarazu, Francisca y los Exploradores y otros artistas que encontraron en estas sierras un rincón donde la bohemia se mezcla con la introspección.
Salsipuedes no es solo un pueblo con nombre legendario; es un refugio donde la naturaleza convive con la memoria, el arte y la conciencia ambiental. Un lugar que, como dijo Juan de Burgos según la leyenda, “es tan bello que una vez dentro... es difícil salir”. Y no por dificultad, sino por encanto.
