La comunidad conservacionista celebra la liberación de dos pumas hermanos que habían estado 15 años enjaulados. Los felinos respiraron aires de libertad después de lo que pareció una eternidad encerrados en un terrario para tortugas en la plaza central de la localidad de Colón, Buenos Aires.
La logística fue llevada a cabo por la Fundación Planeta Vivo, encabezada por Fernando Pieroni. Después de años luchando contra la burocracia y las trabas administrativas, pudieron obtener los permisos para que Huayra y Yachay volvieran a la naturaleza.
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De esta manera, el par de criaturas fue trasladado desde Colón hacia la localidad homónima en Entre Ríos, ubicada a 450 kilómetros de distancia. Así, los pumas disfrutan de tres hectáreas del santuario Tekove Mymba para desplegar sus instintos, que permanecieron agazapados durante 15 años.
“Los pocos lugares que podían recibirlos estaban colapsados. Hace tres años me llegó el caso luego de que una directora de Ambiente me pidió colaboración. Me contacté con la antigua gestión de la municipalidad y viajé a conocerlos. Estaban en medio de la plaza del pueblo, al lado de la cancha del principal equipo de la ciudad, viviendo en medio de ruidos, gritos, fuegos artificiales los días de partidos”, explicó Pieroni a TN.
Huayra y Yachay habían llegado al exzoológico de Colón luego de ser rescatados de una madriguera por un granadero. Los acompañaba su otra hermana, Munay, que lamentablemente falleció semanas antes de la liberación por las deplorables condiciones en las que se encontraba.
Por la presión social de los vecinos del lugar, se cerró el zoo y los pumas fueron trasladados a un terrario para tortugas, en donde vivían en condiciones muy precarias. Afortunadamente, las gestiones de Pieroni y compañía derivaron en que los felinos volvieran a su hábitat natural.
La liberación
Una vez que llegaron a la reserva y abrieron las cajas en las que iban, la hembra salió enseguida. “Salió, pegó un gritito y la gente se corrió. Ella salió corriendo como loca, automáticamente giró la cabeza y miró la otra caja. Ahí salió el hermano, que es más asustadizo, y se fueron corriendo para adentro del recinto”, explicó Pieroni al mencionado medio.
Con respecto al instinto de los pumas, agregó: “Jamás lo pierden. Apenas salió, ella, que es la más imponente, vio a los lejos caballos y enseguida se agachó y se puso en posición de caza. Al instinto no se lo quitas con nada, los animales cambian rotundamente en la naturaleza. Ellos pueden vivir dos días o diez años, pero que ese tiempo que les quede vivan dignamente, no olvidados, como cuando llegamos a Colón, que no tenían ni nombre”.