Nuestros protagonistas NLB y GGN eran una chica y un muchacho, veinteañeros, que en 1987 se conocieron mientras estudiaban ciencias económicas en la ciudad de Córdoba. Se pusieron de novios y después de 5 años, avanzaron a paso firme hacia su casamiento.
La fecha de la boda quedó fijada para el 22 de diciembre de 1993. Ya tenían una casa, que les había regalado la madre de ella, y también los muebles para el flamante hogar. La iglesia ya estaba reservada, la fiesta preparada, se publicó la lista de casamiento, el vestido de la novia ya estaba elegido y se enviaron las tarjetas de invitación para la ceremonia.
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Sin embargo, ocurrió lo inesperado: como en las películas, poco antes de la boda, el novio se arrepintió. Cuando faltaban diez días le dijo a la novia que no iba a casarse. Uno de los invitados a la fiesta confesó a Eldoce.tv “me llegó la invitación y al otro día me avisaron que se suspendía”.
Según la novia, él dijo que tenía otra relación sentimental. Él lo negó, pero argumentó que no estaba seguro. Ante los hechos, ella acudió a la justicia por daño moral. Dijo que su novio, con un accionar “torpe e insensible” destruía “todas las ilusiones y proyectos que la sostenían”.
El juez Sánchez Torres consideró que por su accionar intempestivo y negligente debía ser condenado a pagar dos mil pesos (equivalentes a esa misma cantidad de dólares en ese momento), más costas.
Sin embargo, el caso tendría un giro más.
El novio apeló la condena y al año siguiente la Cámara Civil consideró que el fallo podría llevar a muchas personas a casarse contra su voluntad para no tener que pagar una indemnización. Y sostuvo que la propia mujer en su declaración dijo “que la conducta del demandado obedeció a la falta de madurez para enfrentar oportunamente la crisis emocional”.
La Cámara entendió que, aunque la novia había padecido un sufrimiento irreparable, el joven no actuó de mala fe y había que revocar el fallo de primera instancia.
Ya pasaron 25 años desde la sentencia. Ambos se recibieron de contadores. En el momento del fallo, el novio ya había formado una familia. Tiempo después, la chica también se casó, no tuvo hijos y enviudó recientemente, durante la pandemia. Actualmente vive en otra provincia.
Aquel fallo, que fue motivo de estudio en distintas universidades y llegó a los medios nacionales, ya forma parte de un pasado lejano para los protagonistas. Sin embargo, la polémica por aquellas sentencias, no está cerrada ¿debía ser condenado el novio?
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