El Fin de Año es una época en la que las personas tienden a hacer balances y evaluaciones sobre los objetivos cumplidos en el año que se va. Sin embargo, hacerlos de manera exigente pueden ser perjudiciales, generar estrés y nerviosismo.
En el ciclo Fin de Año a terapia, Kay Ghersevich, licenciada y profesora en Psicología (MP 4637 / ME 573), explicó que los balances “son necesarios” pero el problema está en “cómo los hacemos”.
“Está esa cosa mágica de ‘tengo todo esto pendiente desde principio de año y no lo pensé’ y el balance tiene que ser parte de todo lo que vamos viviendo, es como ir viendo y distribuyendo nuestra energía en los recursos que tenemos”, precisó.
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Ghersevich explicó que los balances son buenos pero “no hacerlos solo en diciembre con una mirada catastrófica y pensando que en dos semanas voy a hacer todo lo que no hice en un año”.
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Esta situación, según indicó, genera estrés, aumenta el diálogo interno negativo y el malestar. “Capaz que no pudimos y no por flojos, sino porque no se pudo, porque el año tuvo sus propias reglas”, expresó la psicóloga y siguió: “Uno puede tener objetivos pero la realidad, que es soberana, te da un golpe y te dice ‘quieto ahí’”.
“El balance tiene que acompañarnos todo el año y ahí es autocuidado y saludable”, señaló y remarcó que hacerlo de forma positiva tiene que ver con “dónde ponemos la energía”. “Que el balance sea un proceso y no situacional y que sea realista, tanto en la parte que depende de mí y la que no depende de mí”, concluyó.