A 15 días del asesinato de Joaquín, el niño de 8 años que murió a manos de su padre habló por primera vez Natalia Ciak, la madre del nene, quien contó cómo fueron las últimas horas antes de la tragedia y reveló aspectos de su relación con Alejandro Ruffo, acusado por el crimen.
“Tengo flashes de ese día. Nos estábamos separando. No era algo que él admitiera. Habíamos empezado terapia hacía un mes y medio. Yo le llamaba terapia familiar porque no había forma de que él quisiera ir. Era una persona, como me dijo la psicóloga en ese momento, narcisista”, relató en diálogo con Para Tí.
Cómo fue el día del crimen
La mujer recordó que, el día del hecho, su expareja le dijo: “Dame 10 días que me voy”, lo que la llevó a pensar en que estaba próximo a dejar la casa. De este modo explicó que, si bien existía violencia verbal hacia ella, jamás imaginó que pudiera lastimar al niño.

Ciak también indicó que aquella mañana la alarmó no recibir los habituales mensajes con fotos o llamadas de Joaquín. En cambio, Ruffo publicó insultos hacia ella en su estado de WhatsApp.
Preocupada, se comunicó con la escuela y se enteró de que su hijo no había asistido. Ante su consulta desesperada, él respondió con displicencia: “Está durmiendo, quédate tranquila. Hoy yo no voy a trabajar”. Ella se enojó porque no había mandado al nene al colegio a lo que él respondió: “Yo con él hago lo que quiero”. Más tarde la mujer intentó comunicarse nuevamente, pero ya no obtuvo respuestas.
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El momento del cruel hallazgo
El martes 5 de agosto por la tarde, la Policía Bonaerense acudió al domicilio tras un llamado de emergencia y halló una escena desgarradora: Ruffo estaba gravemente herido en la sala, mientras que Joaquín yacía sin vida en la cama matrimonial con múltiples puñaladas.
“Me encuentro con lo que no quería encontrarme o lo que nunca en la vida pensé que me iba a encontrar. Él me vio a los ojos y lo único que me acuerdo es de subir las escaleras de mi casa a los gritos llamando ‘Joaqui, Joaqui, Joaqui’”, relató con angustia.
“Él dormía conmigo, hacíamos colecho todavía, su apego era dormir agarrándome el codo, desde bebé“, evocó con tristeza. “Lo vi acostado en la cama con la almohada en la cabeza. Lo que vi ya no era Joaquín. Salí a los gritos... Después tengo solo flashes de ese día. Tengo tanta medicación encima que creo que es la que me mantiene en pie, la que me da fuerza. La acepto, la tomo. Él me quiere en pie”.
“Jamás pensé que iba a ponerle un dedo encima. Yo no vi ninguna señal. Todos temían por mí. Hasta creo que yo temía por mí”, reconoció Natalia.