El caso de Pablo Laurta, el uruguayo detenido por el doble femicidio de Luna Giardina y Mariel Zamudio en Córdoba, tiene también un capítulo estremecedor en Entre Ríos, donde la Justicia intenta esclarecer el crimen del remisero cordobés Martín Palacio.
Laurta, de 39 años, se encuentra alojado en la cárcel de máxima seguridad de Cruz del Eje, donde este jueves será indagado por el fiscal Gerardo Reyes en el marco del doble femicidio cometido en barrio Villa Serrana el 11 de octubre. Pero en paralelo, en Entre Ríos, los investigadores trabajan sobre un misterio que multiplica el horror: qué hizo con las partes del cuerpo del remisero que aún no fueron encontradas.
De acuerdo con el medio Ahora de Entre Ríos, la fiscalía analiza cuatro hipótesis principales para intentar reconstruir el recorrido del asesino y su macabro accionar.
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La primera sostiene que Laurta habría desmembrado el cuerpo de Palacio en la zona rural de Chañar y, durante su huida, arrojado los restos en distintos puntos del trayecto entre Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. A pesar de los rastrillajes con drones y perros entre Colonia Yeruá, San Salvador y Federal, no se hallaron resultados concluyentes.
Otra línea de investigación plantea que los restos fueron abandonados a la intemperie y que animales salvajes podrían haberlos dispersado, lo que explicaría la falta de rastros biológicos debido a las lluvias y el paso del tiempo.

Una tercera hipótesis apunta a que Laurta habría transportado parte del cuerpo en el vehículo, posiblemente oculto bajo mantas en el baúl. Tras incendiar el Toyota Corolla en Córdoba, habría dejado restos en zonas aledañas. Por ello, la Policía Científica realiza peritajes en el habitáculo del auto para detectar material óseo o genético.
Finalmente, la teoría más extrema sugiere que el doble femicida habría destruido las partes faltantes junto con el vehículo, utilizando combustible para eliminar toda evidencia, lo que explicaría la imposibilidad de hallar restos o prendas de la víctima.
El crimen de Martín Palacio —asesinado antes de que Laurta huyera hacia Córdoba para cometer el doble femicidio— sigue siendo una de las piezas más macabras del caso.