La historia de Joaquín Ruffo, el nene de 8 años asesinado por su padre en Lomas de Zamora a principios de agosto, conmueve y estremece. Días antes del crimen, el pequeño dejó un mensaje en una tarea escolar que hoy duele: “Casa: miedo”.
En la hoja, con letra prolija, el chico completó un ejercicio sobre emociones. Para el colegio, escribió “tranquilo y cansancio”. Pero para su casa, eligió una sola palabra: “miedo”. La docente corrigió la tarea con un “súper” en verde, pero nadie interpretó el mensaje como una señal de alarma.

Natalia Ciak, la mamá de Joaquín, contó a TN que fue al colegio French de Banfield al día siguiente de ver la tarea. “Pedí hablar con la docente y con la dirección, pero nunca me dieron respuesta. Como venían las vacaciones de invierno, no hicieron nada”, aseguró.
Para Natalia, esos dibujos son la prueba de lo que su hijo vivía y no podía decir en voz alta. “Al único pedido de ayuda, me ignoraron. A mí y a él”, expresó, con dolor.

El abogado de la familia, Diego Lugones, sostuvo que hubo negligencia por parte de la institución educativa. “El colegio debió haber hecho una denuncia al detectar ese miedo. No sabían de dónde venía, pero justamente por eso tenían que actuar. Tal vez, si se intervenía a tiempo, hoy Joaquín estaría vivo”, remarcó.
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Natalia y su abogado iniciaron una mediación judicial contra el colegio y anticiparon que en las próximas semanas presentarán una denuncia formal, luego de que la institución no se presentara a una instancia de mediación por daños y perjuicios.
El crimen que conmocionó a Lomas de Zamora
La mañana del martes 5 de agosto, Joaquín fue asesinado en su casa de Lomas de Zamora. Vivía con su mamá y su papá, Alejandro Ruffo, quien aprovechó que estaba solo con el nene para asfixiarlo mientras dormía. “Le tapó la cabeza con una almohada”, relató Natalia.
La pareja estaba en proceso de separación y ambos hacían terapia individual. Aunque él había prometido irse de la casa, seguía ejerciendo violencia verbal y mostraba celos por el vínculo entre Natalia y su hijo.

Ese día, Alejandro preparó un café a Natalia y la llevó hasta la combi que la trasladaba a su trabajo. Como de costumbre, él debía llevar a Joaquín al colegio, pero nunca lo hizo. La mujer empezó a sospechar cuando no recibió el mensaje o videollamada habitual de su hijo al llegar a la escuela. Al comunicarse con la institución, le confirmaron que el nene no había asistido.
En paralelo, Alejandro publicó mensajes agresivos contra Natalia en redes sociales. Cuando ella logró contactarlo, él intentó tranquilizarla, dijo que iba a borrar los posteos y aseguró que Joaquín estaba durmiendo. “Cuando dijo eso, ya lo había matado”, afirmó la mujer.
Natalia llamó a la Policía y se retiró de su trabajo. Alrededor de las 10 de la mañana regresó a la casa, acompañada por un patrullero, y se encontró con una escena devastadora: Alejandro estaba ensangrentado en el living -había intentado quitarse la vida tras el crimen- y fue trasladado al Hospital Gandulfo, mientras que Joaquín estaba muerto en su habitación.



