El nombre Chébere quedará por siempre marcado en la historia grande del cuarteto. El grupo que hizo escuela, que marcó un antes y un después en la historia de la música popular.
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Poco se sabe sobre un dato curioso que surge de los comienzos del grupo. Cuando todavía no habían trascendido en popularidad. Y es que Chébere alguna vez se llamó Trulalá.
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Fue en 1974 cuando un entusiasta grupo de músicos que venían de la banda “Piedra pintada” se embarcó en el proyecto de un empresario que los llevaría a Venezuela haciendo música de cuartetos tirando a lo tropical.
Grabaron un disco llamado “Cuarteto Chébere” bajo el sello de Utopía Producciones. Pero la empresa fracasó y la grabación nunca llegó al destino para el cual había sido creado.
Eran épocas turbulentas para el país, que atravesaba la crisis inflacionaria del “Rodrigazo” bajo el gobierno de Isabel Perón, que luego desembocó en el golpe de Estado. En este contexto, la productora se les quedó con el nombre original y, para poder seguir trabajando, en 1975 Chébere cambió su nombre por Trulalá, el cual toman de “La canción de Trulalá”.
Buscando una manera de sobrevivir, aceptaron la propuesta de un empresario de acompañar a Las Chichí como la banda estable (y también soporte) de sus presentaciones.
“Después lo pidió Manolo (Cánovas) al nombre Trulalá. Como nosotros no lo necesitábamos lo usó él y mirá vos la historia, después Trula fue como un paralelo a Chébere”, contó Beto Guillén a Cuarteteando.
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La historia de Chébere y su transformación momentánea en Trulalá es un capítulo más que curioso del cuarteto cordobés. Desde sus inicios con horizonte en Venezuela, hasta convertirse en pilares de la música popular, estos músicos (y todos los que pasaron por sus filas) supieron reinventarse y dejar una huella imborrable en la cultura cordobesa.