Ella es de La Plata, pero su corazón está en Córdoba, a donde viaja unas dos o tres veces por mes con un único objetivo: ver a su banda favorita, La Barra. Esta historia de pasión cuartetera nació hace 21 años, cuando a Adriana le diagnosticaron una grave enfermedad. La misma que se llevó a toda su familia: su mamá, su hermana, sus dos abuelas y algunas tías y primas murieron por algún tipo de cáncer ginécológico.
Fue en ese momento cuando alguien le acercó el disco "La Barra de siempre" (1997). Ella no sabe cómo, pero siente que esa música que venía de otra provincia la hizo vivir de nuevo. De algún lugar sacó fuerzas y decidió que no merecía tener el mismo destino que el resto de las mujeres de su familia.
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Luchó contra la enfermedad, logró salir adelante y ese capítulo en su vida le sirvió para aprender que debía hacer todo lo que la hiciera feliz. Desde allí, todo empezó a girar en torno a la banda más grande de Córdoba. Comenzó a viajar a los shows y a coleccionar todo lo relacionado con la Pepa Brizuela y sus músicos.
Cientos de kilómetros recorridos, más de cuarenta mil fotos guardadas en tres discos externos, miles de videos de cada presentación, elementos del vestuario. Todo lo atesora en un ropero de su departamento, bajo cuatro llaves. "No muestro todo lo que tengo, la mayoría de las cosas me las guardo para mí", dice con recelo.
- ¿Qué fue lo más loco que hiciste por la banda?
- Hace poco me eligieron como testigo de un casamiento de dos amigos de toda la vida. Una semana antes les tuve que decir que no, porque tenía que venir a festejar el 24º aniversario en el Quality. Dudé hasta último momento, pero en el fondo yo sabía que La Barra iba a pesar más. También me perdí los quince de alguien muy importante para mi.
Y así siempre. Ella deja todo por ellos. Siempre que puede viaja a verlos. Y cuando está en su casa, se asegura siempre de estar frente a alguna pantalla para ver transmisiones en vivo del show. Con el tiempo, entabló una relación cercana con algunos de los músicos y sus familias. "Ellos me dicen que soy como su tía abuela", asegura con humor.
Cuando llega a Córdoba no faltan los asados y las juntadas. Y tampoco los regalos. "Yo no hago distinción, les traigo a todos", repite. Músicos, asistentes, familiares, todo el staff recibió alguna vez un obsequio de Adriana.
Ella considera que es un ida y vuelta. Una forma de agradecer todo lo que recibió en estos 21 años de amor, cuarteto y fanatismo. El cáncer se llevó a sus seres queridos, pero ella encontró en La Barra a su nueva familia.