Durante la pandemia, cuando todo estaba muy complicado en el mundo del espectáculo, había que animarse a salir a la cancha. Sin bailes, con la escena totalmente paralizada y con los grupos intentando acostumbrarse a la realidad del coronavirus, El Cheto se lanzó como una nueva propuesta en Córdoba.
Y justamente para pisar ese césped tan complicado, Maximiliano Caliva eligió al mejor equipo: armó una banda a la que el ambiente bautizó como "los galácticos" (recordando al Real Madrid de principios de los 2000) con músicos con historia en sus espaldas, como Martín Rosel (ex La Mona, Damian Córdoba y Ulises Bueno), Darío Vilta (ex Rodrigo), Luciano Calderón y Elio Rivarola (exs Damián Córdoba), por nombrar solo algunos.
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"Yo no creo en el éxito en una sola persona, el éxito se construye en equipo", dice, y defiende a muerte a su banda. Porque lo que más le valora el público al Cheto es que, en un panorama difícil, donde muchos músicos quedaron "colgados" y sin trabajo, el los convocó y les pagó un sueldo arriesgándose económicamente sin saber cuándo iban a volver los bailes.
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Sobre el tema, se muestra bastante crítico con lo que pasó en la escena: "Algunos cantantes tomaron otro camino y eso fue un error, porque algunos que hoy son números uno si hubieran arrancado solos, hoy no habrían llegado a donde están".
Asegura que respeta a su banda y no quiere tocar en lugares donde no puedan entrar todos: "Esto para ellos es un laburo, si yo hoy toco en un lugar chico con una banda reducida, ¿qué hago con los otros? Si voy, es con toda la banda".
"Mal o bien, la gente habló. Feo hubiera sido salir y que la gente ni se de cuenta"
Y al contrario de lo que le sucedió a todos los artistas, haber comenzado en este contexto a él lo hizo permeable a adaptarse a los nuevos formatos, a los que le encuentra un punto positivo: "Antes en un baile normal de 5/6mil personas no iba la familia y eso es algo que el cuarteto no debería haber perdido. Se perdió por mala organización o por pensar en los números. Con esta modalidad nueva volvió la familia al baile y esto está bueno", sostiene.
Sobre las duras críticas que recibió sobre su manera de cantar, asegura que las lee, pero no se deja afectar: "Me decían que yo no estaba preparado para cantar y tenían razón, yo nunca había agarrado un micrófono", reconoce. Destaca la evolución que tuvo desde sus primeros ensayos hasta hoy y dice que su foco está puesto en aprender: estudia canto y recibe cada mensaje de sus músicos como lecciones.
Maxi confía en su entusiasmo y tiene la mente enfocada en su sueño: "Sé que tengo la fuerza y el espíritu para lograrlo", asume con firmeza, y analiza de una forma particular a quienes lo criticaron: "Mal o bien, la gente habló. Feo hubiera sido salir y que la gente ni se de cuenta".
Cuándo verlo:
Este sábado en Margarita Disco (Av. Costanera). Entrada $300, formato teatro.