El miércoles 11 de marzo del 2020, Damián Córdoba dio su show en Casa Blanca, un clásico de la noche cordobesa que se repetía siempre a mitad de semana. En toda la provincia, se había detectado hasta el momento un solo contagio de coronavirus: se trataba de un hombre de Morteros de 57 años. En Argentina, sumaban 19.
Todos los cuarteteros ya habían anunciado sus frondosas carteleras para el fin de semana, algunos con hasta 5 o más shows programados. Entre los eventos, el Rey Pelusa se preparaba para una gran apuesta: el festejo de los 12 años de su regreso a los escenarios, con un show multitudinario en Forja.
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El aumento a cuenta gotas de casos de personas infectadas con coronavirus hizo que, a pesar de que todavía no había certezas a nivel nacional, el 12 de marzo algunas provincias comenzaran a tomar medidas para restringir la realización de espectáculos públicos y deportivos.
El primero en hacer punta fue Buenos Aires, con el anuncio del Jefe de Gobierno Porteño Horacio Rodríguez Larreta de prohibir los espectáculos públicos masivos en Capital Federal.
Ante la incertidumbre, todos se comenzaron a preguntar qué pasaría con los bailes de cuarteto, una de las industrias culturales más grandes del país que mueve millones de pesos y de la que trabajan cientos de familias. Mientras tanto, las agendas cuarteteras se mantenían firmes y, ante la consulta de este medio, por la mañana todos insistían en realizar sus bailes mientras no haya algo formal desde arriba.
Cerca del mediodía de ese jueves, la Municipalidad de Córdoba emitió un comunicado al respecto, en el que si bien se restringían de manera preventiva todas las actividades de alta concentración de personas y se posponían las habilitaciones de todo recital masivo en la ciudad, esto no alcanzaba a los bailes y boliches.
"Que nos dejen trabajar un fin de semana más", decían todos por lo bajo. Pero la presión social y el miedo a un virus por entonces desconocido, hizo que unas horas más tarde la información cambiara. Finalmente, el Municipio confirmó que se suspendían todas las actividades en bailes y boliches en Córdoba para reducir las posibilidades de contagio.
El #YoMeQuedoEnCasa
Una semana más tarde, el presidente anunciaba el comienzo de la cuarentena en Argentina. En las redes sociales de los cuarteteros se transmitía de manera unánime el mismo mensaje: "Quedate en casa", "tenemos que cuidarnos", "ya vamos a volver, hoy nos toca cuidarnos".
Algunos tuvieron una rápida reacción a lo que estaba pasando y comenzaron a usar las redes a su favor. Es el caso de artistas como la Pepa Brizuela, que instaló las transmisiones caseras con un karaoke familiar virtualmente multitudinario cada sábado.
Lo mismo hicieron otros artistas como Damián Córdoba, que arrancó desde su terraza y luego se fue profesionalizando con las distintas habilitaciones. Otros ejemplo exitoso fue el de los hermanos Ninci, que desde abril transmitieron más de 30 semanas consecutivas por YouTube "El show de la Monada", con un formato de televisivo que fue creciendo.
La era de los streamings
En junio, la Provincia autorizó las producciones de streaming y la apertura de los estudios de grabación con sus respectivos protocolos. Esto permitió a las bandas salir de lo casero para trabajar en un nivel más profesional, y las transmisiones dejaron de ser gratuitas.
Se organizaron grandes puestas en escena en locales completamente vacíos. Esta se convirtió en la única manera de generar dinero con su actividad que se les permitió a los artistas. Sin embargo, esto nunca fue rentable teniendo en cuenta la cantidad de gente que se necesita para poner en funcionamiento una banda, en contraposición del cansancio y la sobresaturación del público con las pantallas.
La noche se convirtió en ilegal
En paralelo, comenzó a escucharse el reclamo de los artistas y bolicheros, que veían cómo se iban flexibilizando otros sectores, pero del espectáculo nadie hablaba. Con la prohibición, creció la clandestinidad y la provincia se llenó de fiestas ilegales, entre amigos y familiares pero también organizadas y con cobro de entrada. En algunas, hasta hubo shows en vivo clandestinos de algunas bandas de cuarteto, motivadas por la desesperación de no poder trabajar ni ver un peso en meses.
Esto provocó el enojo de los que hacían las cosas bien, y venían trabajando con las autoridades por el regreso de los eventos públicos controlados por protocolo. Se conformó el grupo 100% cuarteto, que trabajó con la Camara de Espectáculos y la Municipalidad para elaborar un escalonado regreso de los shows. Se habló de volver con la modalidad de burbujas sociales, pero desde la Provincia seguían firmes en la negativa, ante el fuerte aumento de contagios.
Se abrió una puerta
A principios de noviembre, se comenzó a ver una luz al final del túnel. La Provincia autorizó que locales gastronómicos, bares, boliches reconvertidos en bares, salones sociales y musicalizadores: puedan permitir el acceso a un máximo de 200 personas y actuaciones culturales, artísticas y/o musicales.
Primero en formato unipersonal y después con hasta tres músicos en escena, muchos cuarteteros empezaron a respirar. Finalmente, volvieron los shows.
Pero esa posibilidad no le servía a todos por igual y la industria se puso firme en el reclamo: amenazaron con una caravana multitudinaria (que nunca se hizo) y en las redes sociales se hizo más visible la crítica al Gobierno.
Habilitado por el municipio, en Río Cuarto se hizo el primer baile con burbujas sociales con la Banda XXI. Se esperaba que luego se replicara en el resto del territorio cordobés, pero la experiencia no dejó conforme a COE y el cuarteto recibió otro baldazo de agua fría a las esperanzas de volver a trabajar con shows con público acotado después de nueve meses sin bailes.
El Gobierno Provincial anunció que quedaba prohibido en todo el territorio provincial la apertura de boliches y la realización de recitales o espectáculos tanto al aire libre como en espacios cerrados hasta el 31 de marzo del 2021.
Ante el fuerte enojo de todo el ambiente, que nacionalizó la polémica y la llevó hasta a la mesa de Mirtha Legrand, el Gobierno terminó por dar marcha atrás.
Unos días antes de la navidad, se permitió ampliar la capacidad de músicos en escena para los shows en vivo en espacios gastronómicos. Además, se habilitó la posibilidad de que las bandas de cuarteto toquen en teatros.
De esta manera y como pudieron, la industria cuartetera se reactivó durante el verano. Las parrillas, restaurantes y las plazas de Carlos Paz se convirtieron en protagonistas, aunque de a poco fueron abriendo los tradicionales locales bolicheros, que se readaptaron. En general, los shows en teatros no gustaron tanto al público, que se inclinó más por los eventos en formato bar y cena show, para poder disfrutar de su música favorita alrededor de una mesa tomando algo con amigos.
Casi todas las orquestas volvieron al escenario, con algunas excepciones. La Mona Jiménez solo realizó un evento sin público (se viene el segundo show virtual) y otros artistas como el Loco Amato, nunca volvieron en espera de una normalidad más cercana a la de hace un año atrás.
Con el verano finalizando, se generó la expectativa sobre un nuevo avance: que finalmente se habilite el baile en burbujas sociales. Pero de manera oficial todavía no hay nada confirmado y esperarían a ver qué pasa con los contagios.
Mientras tanto, los miles de bailarines todavía esperan sentados para volver a mover sus pies.