Ya iban 83 minutos del partido y la Selección Argentina estaba a un paso de entrar en las semifinales del Mundial de Qatar 2022. “No hay que cantar victoria antes de tiempo”, sentencia el refrán, aunque lo cierto es que el 2-0 a favor del albiceleste aliviaba bastante. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el marcador estaba 2-2. Fin de los 90’. No había festejo aún.
Todos los argentinos, equipo e hinchas, quedaron atónitos. Con el fantasma del subcampeonato en Brasil 2014, la ilusión de “la tercera” estaba más cerca de esfumarse que nunca. Ahora había que seguir luchando. Hasta que llegaron los penales.
El final de esa historia es conocido por todos. Pero mientras el equipo festejaba, eufórico, algo pasó desapercibido para muchos: el sentido abrazo entre la Pulga y el Dibu, héroe indiscutible de aquella contienda.
Quien sí lo vio fue Belén Portillo, joven docente de artes visuales y aerografista. “Cuando vi esa imagen me emocionó mucho y pensé: ‘Lo tengo que hacer’”, contó en una entrevista con Infobae.
“Empecé de abajo, y sé que el esfuerzo da sus frutos de a poco, por eso siento que la lucha de Dibu me representa y a muchísimas personas más, porque él es un ejemplo de no bajar los brazos”, manifestó.
Cuando mostró el avance de la obra en una historia de Instagram (@aerobrush_belen), el arquero fue uno de los que la vio. Relató que “no lo podía creer”. “Le escribí enseguida que me encantaría regalárselo, pero nunca recibí respuesta”, comentó.
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Explicó: “Cuando supe que iban a venir para jugar los amistosos, sabía que era una buena ocasión para intentar que lo vea”. Para esta tarea, les escribió a algunos clubes de fans del Dibu y les hizo saber de su sueño.
Así dio con una chica tucumana que la contactó con un amigo del portero. “Me dijo que le dijera que me gustaría hacerle llegar el cuadro”, detalló. “Me dijo que sí, que podíamos arreglar un punto de encuentro”, explicó. Al regalo, ella le sumó una carta escrita a mano para expresarle a Martínez su gratitud y admiración por la alegría de ser campeones del mundo.
A los pocos días apareció en las redes sociales la foto que confirmaba el logro: la obra de arte había alcanzado su destino.
Si bien la “misión” fue un éxito, confesó: “Me daba cosa dejarle algo que me costó tanto hacer y depositar toda esa confianza, pero por suerte di con las personas indicadas y se pudo; aunque me hubiera encantado conocerlo personalmente, pero sé que eso ya es más difícil aún”.