Los médicos camboyanos no pueden explicar la enfermedad. Detectaron una fisura pequeña en el cráneo apenas nació, pero pensaron que con los años se iba a cerrar. Sin embargo, la hendidura se agravó.
El caso se hizo muy conocido porque la abuela lleva al pequeño al templo de Angkor Wat, en Siem Reap. Alli, en su carro lo expone para que la gente los ayude con dinero.
Hasta la fecha, no encuentran tratamiento y la rara enfermedad sigue progresando. El niño sufre convulsiones y su cabeza se agranda cada día más. Los especialistas de ese país asiático no saben qué hacer.
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