El Centro Penitenciario de Asturias, en España, vivió un día a pura adrenalina. Lejos de desarrollarse un violento motín, los guardias se desayunaron con un preso muerto en una celda.
Durante el tradicional recorrido que realizan por la mañana, encontraron a Gonzalo Montoya Jiménez sentado en una silla inconsciente. No tenía pulso, pero lo llamativo era que no presentaba signos de violencia.
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Inmediatamente trasladaron el cuerpo al Instituto de Medicina Legal de Oviedo para hacerle la autopsia. Sus familiares ya habían sido informados sobre el deceso. Sin embargo, ocurrió algo extraño en medio de los estudios.
El equipo forense quedó completamente sorprendido y sin palabras. Cuando le estaban marcando partes del cuerpo para cortar, se escucharon ruidos. Moyano Jiménez no había muerto: su corazón volvió a latir.
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El hombre condenado por delito de robo de chatarra fue controlado por los médicos para investigar qué le sucedió. El insólito hecho pudo estar relacionado con ataques de epilepsia y su familia teme que no haya tomado la medicación de forma adecuada durante los últimos días.